Andrea estaba de pie en la galería mirando al horizonte agarrada a la tela metálica. Soplaba el viento con bastante fuerza, pero ella se mantenía en la misma posición sonriendo y murmurando unas palabras.
Años atrás, Miguel, iba por las calles en bicicleta luchando contra un viento atroz. Al girar en una curva, una ráfaga repentina le hizo caer, dando de lleno contra la pierna de una muchacha. Sonó un chasquido y un grito de dolor. Andrea acabó con la tibia rota y hubo que escayolarla. Durante semanas no le faltaron las visitas, las flores y los bombones del apenado Miguel. A pesar de lo accidentado que fue su primer encuentro, todas esas visitas derivaron en un amor verdadero. Se casaron y formaron una de las parejas más solidas que el mundo ha conocido.
Él era instructor de vuelo. Después de su esposa, volar era su gran pasión. Aquella mañana de otoño pilotaba una pequeña avioneta sobre las montañas cuando un viento huracanado la derribó. Miguel murió en el acto.
En esa planta del hospital, algunos internos gritaban, otros lloraban y los más deambulaban sin rumbo.
Fue el viento el que lo trajo hasta ella. Fue el viento el que se lo arrebató. Andrea le pedía que se lo devolviera….allí, de pie, aferrada a la tela metálica, recibiendo el viento de cara.
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