Lejos de alabar el mar
que mil y un secretos encierra,
tan solo puedo hablar
de mi alejada tierra.
Hogar de mi niñez,
nobles casas de pobre piedra y dura cama.
¿Os acordáis alguna vez
de aquel que desde lejos por vosotros clama?.
Caminos viejos, anciano arroyo,
cuyos destinos no puedo ya vislumbrar,
seguidme a prestar el apoyo
que me permita aguantar.
Fuentes de fresca bebida,
que la sed permite saciar,
curadme esta herida
cuya salud sería retornar.
Prado verde, bosque bueno,
con aroma reparador,
acogedme en vuestro seno
para que pueda recuperar el valor.
Robledales de sombra amiga,
bajo vuestra protección no puedo ya estar,
¿Como queréis que os diga,
lo mucho que por veros sigo a llorar?.
Hermoso y alegre riachuelo,
dulce reposo de verano,
para ti este alegato sin consuelo,
escrito por mi ahora temblante mano.
Hoy vuestra ausencia
esta pluma hizo hablar,
y, aunque poca es su sapiencia,
tened por seguro que no os deja de amar.
Al fin el adiós llegó
ruego guardéis en la memoria,
a quien os habló,
desde el imaginario exilio de esta vida ilusoria.
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