El Zopy

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Era el mes de enero, un amigo llamado Julián organizó su fiesta de cumpleaños, puso de requisito para asistir, uno muy raro para mi gusto, que cada quien llevara un gallo, si no llevabas un gallo,  no entrábamos a la quinta donde iba a ser el festejo, fue muy claro en la invitación cuando me habló. Esta historia siento que es como a los que mandan a la guerra sin saber ni qué asunto, solo por instinto de sobrevivencia, que ni siquiera por cumplir órdenes, se lanzan y combaten.

Yo la verdad no tengo gallo, entonces me fui a conseguir uno para cumplir con el requisito, anduve buscando en varios lugares en donde yo creía que vendían gallos, en veterinarias, en forrajeras, pero nadie tenía, pensé que era más fácil conseguirlos, no sabía en donde había criaderos  de gallos para ir y comprar uno. En una forrajera de Arteaga, pequeño municipio conurbado, ya me habían dicho que no había, y como que un niño se compadeció de mí, ya cuando me estaba yendo, el muchachito como de 10 años se me acercó y me dijo : oiga yo tengo un gallo esta feo, pero es el único que tengo, le contesté que no se preocupará, es solo para cumplir con el requisito para poder entrar a una fiesta, el niño me dijo que me lo vendía en 250 pesos, le dije: si está bien, me había cansado de buscar, el muchachito se fue corriendo y me trajo una caja de cartón con el gallo adentro, estaba moviéndose mucho el gallo, dije bueno por lo menos está vivo, le pagué y me fui a la fiesta que empezaba desde temprano.

Legué a la quinta aquella y en la puerta estaban varios de los trabajadores checando que trajeras tu gallo, les mostré la caja de cartón que había subido atrás de la camioneta, me dieron el pase, al bajarme me recibieron con mucho gusto y todos estaban muy contentos, habían hecho un redondel con pacas de alfalfa, el redondel es donde se llevan a cabo las peleas de los gallos. Los gallos de los que habían llegado eran unos gallos muy bonitos, parecían de catálogo, con plumas muy vistosas, multicolores, se veían muy finos. Los habían sacado de las jaulas de donde los traían y los amarraron a unos postes que tenían un cordón a una distancia de separación para que no se fueran a pelear con los otros. Pues yo saque mi gallo, el que me habían vendido, al verlo los demás se empezaron a carcajear por lo feo que estaba, parecía un zopilote, que es una ave muy fea, carroñera, lo bautizaron como el Zopy por zopilote, yo también me carcajeaba, les dije era solo para cumplir el requisito.

Empezaron las peleas de los gallos, como no se mucho de eso, me le acerqué a un vaquero que se veía que era conocedor de estos asuntos, le pregunte: ¿cuál es el bueno? Me contesto el gallo giro, entonces como estaban apostando, le fui con una apuesta, total empezó la pelea, y que gana el otro rápidamente, me fui a reclamarle porque me había recomendado mal, le dije: pues no que el giro era el bueno, y riéndose el vaquero me contesto: el giro era el bueno, el otro era un desgraciado, se reía el mendigo.

Total en la tercera pelea le tocó al Zopy pelear, le tocó contra otro gallo muy bonito que se llamaba el Vicentillo porque tenía una plumas en la cabeza que parecían patillas, como las de Vicente Fernández, pues lo persigné y se lo entregué al amarrador, empezaron las apuestas, claro que le aposté al mío, con él hasta la muerte, me dije y le dije. Jesús fue el amarrador, le aposto también, todos se seguían riendo por lo feo de mi gallo, todo desplumado. Que empieza la pelea y que el zopy pareciera que era pandillero de la Bellavista, porque salió muy bueno para pelear, al instante que lo soltaron se le abalanzó al Vicentillo, como karateca de película japonesa, pudo pegarle unas patadas en el buche, se volvieron a picotear y a brincar, en eso que veo que estaba herido el otro gallo y le dieron la victoria al Zopy, estábamos Jesús y yo muy contentos, nos burlábamos de los otros que daba gusto. Toda la fiesta fue tema de conversación la victoria del Zopy, se hizo el compromiso que en un mes nos volveríamos a juntar para que peleara el Zopy con otro gallo, les dije que sí muy seguro. Al encargado del mantenimiento de la quinta le pedí que me lo cuidara y le di algo para el alimento, no tenia en donde cuidarlo yo.

Un mes después nos volvimos a juntar para las peleas de gallos del compromiso, al llegar estaba ya hecho el redondel, música ranchera como si estuviéramos en un palenque de feria. El encargado al verme, me entrego el Zopy, lo saqué para amarrarlo a los postes como la anterior vez, llegaron los que eran los dueños del Vicentillo, con un gallo muy bonito que le llamaban el Gringo, un gallo giro, que dije este se me hace que si le gana a mi pobre gallo. Un rato más que empieza las peleas, otra vez nos tocó en la tercera, se lo entregué a Jesus para que lo amarrara, aposte más dinero y hasta los puntos de una tienda de conveniencia, los otros se volvieron a burlar del Zopy por lo feo. Al comenzar la pelea, el Zopy saltó más que el Gringo y que le pega una patada en el ala derecha, al caer el Gringo se fue corriendo como huyendo, entonces el juez dio el triunfo al Zopy de nuevo.

Estos, los dueños del Gringo, me dijeron que querían sacarse la espina, que como había durado muy poco la pelea, que si lo peleaba de nuevo, le pregunté a Jesús y me dijo que sí, esta ileso mi gallo, sabíamos que jugábamos con fuego, no me dejaron pensar, trajeron otro gallo colorado, llamado el Canelo, como el boxeador. Empezó el combate e igual el Zopy salió muy aguerrido pero ahora no había pateado igual de alto, cuando cayeron se empezaron a picotear y a brincar, en eso que el Canelo brinca montándose en la cabeza del Zopy, lo cortó en el cuello, fueron momentos que viví en cámara lenta, como lo había herido tan profundo sangraba. Jesus lo levantó y a pesar que el Zopy estaba mal, quería seguir peleando. El que estaba de juez dijo ganó el Canelo.

Yo estaba muy triste, y fui a ver como estaba mi gallo y si la verdad muy herido, se lo entregué al encargado de la quinta y me fui a mi casa muy agüitado, me había encariñado con el feo gallo, mi amigo Julián me decía que no me fuera, que habría más peleas, le eché una mentira cualquiera, me entendió y no me insistió.

Unos meses después era mi cumpleaños, me visito mi amigo Julián, me felicito y me dijo que me tenía una sorpresa, y era el Zopy disecado, estaba igual de feo pero se convirtió al igual que los héroes de guerra en un monumento.


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