Denunciar relato
Partir, huir acaso. Como otro hijo de los siglos subió a su carro y fustigó a los caballos. Frente a él, un ocaso, un bosque y algún futuro se iban abriendo camino a medida que avanzaba por la vereda. Ninguna maleta le hacía de bulto. Tampoco ningún retrato. Había demasiado que olvidar, tanto sufrimiento tenía que deberse a una equivocación de la vida. Partir, huir acaso. No, no se mentía. No lo consideraba una huida, sino más bien un epílogo digno. Por eso miraba al frente sin alterarse con los baches, mientras su pasado se desvanecía a sus espaldas en forma de pueblo ardiendo.
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