El amigo estuvo aquí, en casa. Llegó con la puesta de sol, abrigado por el manto de la oscuridad. Como siempre hablamos de todo un poco, de sueños, de los estudios...., en general de la vida. Durante estos años pasó de ser alguien importante a ser imprescindible, y no noté lo intenso y fuerte que era este vínculo hasta esta noche, el amigo se va.
Marcha en búsqueda de algo nuevo, o quizás de lo mismo pero visto con otros ojos. No atendió a las buenas razones que le dimos para que se quedara, cansado de luchar, de nadar en este mar de aceite, de aguardar migajas de buena voluntad, de sufrir...., porque también sufrió, de eso doy fe.
Con el se va un pedacito de vida. El círculo se quebró, y aunque intentemos repararlo, jamás encontraremos una pieza que encaje en este vacío que queda dentro de cada uno de nosotros. Porque nosotros también nos vamos lejos, con él, en un rinconcito de su corazón, de donde espero que nunca nos desaloje.
En el principio de esta nueva vida, me gustaría que allá, tras el mar que nos separará, pueda encontrar amig@s, compañer@s, camaradas...., dignos de su confianza, inteligencia y virtud, que nosotros, los que quedamos de esta banda, conservaremos la llama encendida hoy, mañana y por siempre, aguardando ese día, pasado el tiempo, donde nos hemos de reencontrar.
Suerte ante todo para cumplir esa meta que todos tenemos marcada en la vida. No importa el camino, si hay una firme voluntad de caminar, de abrir nuevos senderos, al final todos conseguiremos salir del laberinto.
Me decidió a escribir estas palabras esa imagen que reflejada en el espejo ahora es distinta. Todo lo que vamos conociendo a lo largo de los años lo vamos incorporando de una manera u otra, por eso al perder, perdemos algo propio, irrepetible, íntimo....
Es necesario despedirse, aunque sea algo poco agradable. No es un adiós, sino un hasta siempre, quien sabe, todo cambia tan deprisa que quien puede asegurar con certeza donde estará mañana.
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