Nos vimos al fin. Había pasado mucho desde entonces. El tiempo parece infinitamente más lento cuando deseas algo. Teníamos que vernos y el día era este. Sabíamos que pasaría, más no sabíamos cuándo. Sin embargo, ya no es momento de pensar en eso.
Te tengo frente a mí, puedo notar en tus ojos que tienes las mismas ganas que yo de concretarlo. La noche se hizo fría conforme pasaban los minutos antes de llegar a esta situación. Buscábamos el calor del otro y lo íbamos a conseguir. Me acerqué a ti recordando cada vez que te imaginé, agarré tú cintura para pegarla a mi mientras comenzaba a besarte. Nuestros labios abrieron la posibilidad a nuestras lenguas para jugar. Mis manos inquietas visitaban tus nalgas para apretarlas y pegarte a mi como si tuviera miedo a que te fueras. Pero no lo ibas a hacer, tenías el mismo deseo que yo. Lo podía sentir mientras te besaba y apretabas con firmeza mi cabello.
Te di media vuelta para besar tu cuello. En su interminable travesía mis manos comenzaron a subir por debajo de tu camisa para llegar a tu pecho. Te empecé a desvestir, quería contemplarte en tu total desnudez. Tras quitar tu camisa bajé para bajar tu pantalón, no sin antes recorrer tu espalda con mi lengua. Entré en éxtasis cuando vi tu silueta perfecta de espaldas a mí y aproveché para pasar mis dedos por tu entrepierna y comprobar tu humedad. No aguantaste más y te abalanzaste sobre mí tumbándome en la cama. Desabrochaste los botones de mi camisa mientras ibas besando mi cuello y mi pecho. Bajaste hasta mi abdomen y te detuviste. Sentiste mi erección con tu mano y empezaste a desabrochar el pantalón. Te encontrabas frente a mi pene y yo deseando que jugaras. Lo agarraste con firmeza y empezaste a lamerlo hasta introducírtelo completo en tu boca. Suspiré profundamente mientras lo chupabas y me veías a los ojos, buscaba recoger tu cabello para que no tapara la vista.
Era mi turno. Te acomodé en la cama y me detuve un instante a contemplarte. Estando allí totalmente desnuda y de piernas abiertas esperando por mi. Mi lengua comenzó a recorrer tus senos, a bailar en tus pezones que sentía tan firmes. Mientras tanto mis dedos recorrían tu boca, succionabas uno de ellos como si de mi pene se tratase. Poco a poco empecé a bajar, quería recorrerte entera con mi lengua, con mis labios. Me excitaba oir tus suspiros. Llegué lentamente a tu vientre, abrí tus piernas para contemplar tu vagina totalmente abierta y jugosa. Mis dedos entraron y dejaste escapar un gemido, empecé a masturbarte lentamente. Mis dedos entraban y sentían tu calidez que evidenciaba el momento. Me dispuse a lamerla y sentía como te movías de placer. Besaba y dejaba entrar mi lengua mientras gemías más y más fuerte. Intentaba no dejar escapar ningún detalle de tus reacciones para saber a qué ritmo querías que siguiera. Sentía tus manos en mi cabello casi guiándome hasta tu placer.
Pedías a gritos que te lo metiera y procedí a consecuencia. Mi pene erecto entró en tu vagina poco a poco y comenzamos el baile al ritmo que nos marcaba la satisfacción. Te quería oír gritar, mientras te penetraba apretaba tus senos, luchaba para darte lo que tanto pedías. Cambiamos de posición, te quería encima de mí, cabalgando dándome la espalda, tus nalgas abiertas me permitían ver cómo entraba y salía mi pene de ti. Brincabas a tu placer. Los dos sudados e impregnados de ese olor particular a sexo estábamos perdidos el uno en el otro. Quería casi fusionarme a ti, me liberaba dándote las nalgadas que me pedías. Se acercaba el momento de la explosión en perfecta sincronía y sabiéndolo te moviste aún más rápido. Comenzaste a pedir que te acabara porque querías sentir mi semen dentro y justo al mismo tiempo sentí como salía de mi expulsado el líquido que pedías. Era el acabose de un baile en éxtasis total, contigo gritando anunciando que llegaste a la misma meta. Sacaste mi pene de ti mientras goteaba el semen de tu vagina. Te acostaste en mi pecho, ruborizada, satisfecha porque terminó un baile. Era solo el entretiempo de este partido que sabíamos no había llegado a su final...
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