WELTSCHMERZ - A veces el mundo duele. 02.4
Por Dantroko
Enviado el 12/03/2020, clasificado en Varios / otros
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Mi objetivo número uno ya está completado, llegar sana y a salvo al mercado, después de perderme y ¡teniendo un animal!, que solo se excusaba diciendo "¿Por qué habría de saber dónde quedaba el mercado si tanto tu como yo recién hemos llegado?". Cosas de animales, de seguro no quiere admitir que ya está viejo y el sentido del olfato se le ha atrofiado. Pobre. Lo que hace la edad. Dicho todo esto, ¿Ahora qué?, ¿Cómo encuentro al Alcalde? Mirando alrededor para ver alguna pista de donde puede estar. Poniendo su mano al nivel de su frente y adoptando la posición tan común que señalaba que algo busca.
-Hmm, algo que se parezca a un Alcalde, ¿Cómo es eso? Hmm...
- Debe ser bastante alto, eso sí.
- Alto, claro. ¿Cómo no se me ocurrió? Pero debe tener un rasgo particular…
- Es rubio y camina como si estuviera mirando al cielo, ¿Buscara a Dios?
- Si. Alto y rubio, ¿Pero qué tipo de rubio es; playero, exhibicionista, plateado, oro, ¿rubio patito...?
- ¡Oh!, eso está más difícil, nunca pensé que tipo de rubio es ... Rubio Alcalde. (?).
- Si, eso tiene sentido, rubio Alcalde. Alto y rubio Alcalde. Si, está mucho mejor así. ¿Cómo sabes tanto, Koma? - Se extraño la pequeña Bruja, buscando a alguien con esa descripción sin caer en cuenta con la persona que tenía a lado imitaba su posición.
- No soy Koma. Soy Alfred. Mucho gusto. ¿Por qué buscas al Alcalde?.- Le hablaba amigablemente.
- Si. Si. Mucho gusto, Alfred. Soy Mercy. Necesito hablar con él, pedirle un favor de vida o calle.
- ¡Oh!, un favor. Estas de suerte porque el Alcalde le gusta hacer favores. Es muy bueno, aunque raras veces te mire a los ojos.
- ¡Vaya!, ¡Pero si no era Koma!, solo es un niño. - Decía mientras miraba al pequeño niño de no más de diez años con mirada alegre y ojos inquietos propios de los niños. - ¿Cómo te llamas?
- Soy Alfred. Y el Alcalde estuvo aquí hace no mucho. Se fue hacia esa dirección. - Señalaba el camino de la derecha.- No fue hace más que cinco minutos, creo. Si corres puedes que lo alcances.
- Muchas gracias, Alfred. Si, parece que tendré que correr, no quiero arriesgarme a perderlo. Adiós. - Sin esperar respuesta del niño, quien tenía todo el derecho de llamarle así pues ella era más grande, pensaba alegremente.
Mientras tanto Alfred miraba como una niña corría, si es que a eso se le puede llamar correr, pese a que ella dijo que correría, parece ser que el peso de las dos grandes maletas evita que avance mucho por segundo. Mientras sus piernas se movían frenéticamente, si debe estar corriendo, si uno siente que corre a gran velocidad, uno no es nadie para decirle lo contrario. ¡Corre niña!, le daba fuerzas alguien diez años menor que ella.
Tras correr unos diez minutos por fin pudo encontrarse con alguien que cumplía con la descripción: Alto, tenía la cabeza en alto y su cabellera, ese sí que era rubio Alcalde. Como se esperaba de uno. Pero el niño no había dicho que llevaba puesto un trabaje de color café y jugaba en sus manos con un orbe. Al acercarse a éste ella le pidió que se detenga entre su cortada voz que tenía tras correr tanto tiempo, sumado esas dos cargas. Que resulto en que él voltease curioso, para encontrarse con una escena extraña. "¿Qué pasa con esta niña pequeña? ¿Qué podría querer del ¡Gran Ore Sama!?". Por algún motivo Mercy se enojó en creer que le estaban llamando "pequeña".
- ¡Oh!, ¡Niña!, ¿Qué asunto tienes para conmigo?, el ¡Gran Odre Sama! . Pues habla, dime que te atormenta y si está en mis posibilidades, yo, el ¡Gran Odre Sama!, tratare de hacerlo realidad. Bien pequeña, te escuchare.
Pidiendo un momento. Retoma el aire, Mercy se reincorpora. Le narra al Alcalde lo sucedido, de que había llegada ayer y que se pasó la noche con la abuela, que ésta le había dicho de que quizás el Alcalde pueda permitirle quedarse a vivir en esa casa de la Bruja que le hablo la abuela.
- Hmm. - Adoptando una pose de sumido en sus pensamientos. - ... ¿Te refieres a la ABUELA?
- Si, la abuela. - Respondió extrañado por la naturaleza de la pregunta.
- Ya veo. Dices que eres una Bruja, ¿Verdad? Muy bien tendrás que demostrarlo ante el ¡Gran Odre Sama! -Viendo que la chica se estaba preparando - ¡Oye!, pero no aquí, no aquí. Hmm, supongo que ya completé mi caminata, ven, sigue al ¡Gran Odre Sama! jaja-ja - Reanudaba su caminata sin esperar respuesta mientras se reía orgullosamente- Vamos a mi recinto desde donde el ¡Gran Odre Sama! ejerce su autoridad como el magnífico Alcalde que soy.
Mercy se percató de que no debía de caminar a la par de él sino un par de pasos atrás. Cuando trato de igualar su paso vio que el Alcalde le observo y apresuro su paso para adelantarse, manteniendo la distancia. Al entender que no tenía caso prefirió calmar sus pasos para que el Alcalde no tenga que caminar tan rápido, pues con sus dos maletas no podría mantener el paso. Al hacerlo el Alcalde también contuvo su pasos sin perder la distancia de ella. Pese a que camina con altivez está muy pendiente de su alrededor, como si estuviera siempre mirando a su alrededor. En todo momento tenía el orbe en su mano, lo movía de una mano a otra. La Bruja noto que las personas del mercado con quienes se encontraban saludaban alegremente al Alcalde y éste se vanagloriaba pues le agradecían de lo que había hecho por ellos, asentía como si fuera obvio este tipo de palabras, sonreía de satisfacción y les decía:
- ¡No tienen de que preocuparse! Es el deber del Alcalde el velar por la felicidad de MIS ciudadanos. Ya saben que el próximo paso es la NACIÓN. Espero contar con sus votos, para que yo, el ¡Gran Odre Sama! reviva a los tiempos de gloria a esta NACIÓN. jajaja - Reía con seguridad.
- Claro que puedes contar con nuestros votos, sino fuera por ti, que sería de esta ciudad.
- ¡¡¡Si!!!- Gritaba la gente al unísono. - Sabemos que tu podrás lograrlo.
- Claro que puedo logarlo. ¿Quién sino aparte del ¡Gran Odre Sama! Jajaja.
Esta escena se repetía a lo largo de todo su camino hacía el Center Khalif. Después de unos veinte minutos caminando llegaron a su destino, quizás pudo haber sido menos. Y ante ellos se alzaba un gran palacio al estilo barroco. Inmenso, ¿Así eran todos los recintos de los Alcaldes?. Mercy no pudo evitar dejar escapar palabras de asombre.
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