Como buen pueblo novedoso, un fin de semana de hace muchos años, se inauguró el autódromo en nuestra ciudad, la mayoría de las personas que asistimos nunca habíamos estado en un espectáculo de este tipo en vivo y en directo. Además, quiero pensar que entonces éramos más influenciables que ahora, hipótesis sobre la que habrá dudas, el caso es que muchas cosas nos causaban asombro, pero ese día del autódromo todos estamos listos para oír el rugir de los motores y el rechinar de las llantas de los carros de carreras, no eran fórmula uno ni nada cercano a eso, eran autos compactos modificados, con un solo asiento, tubos como esqueleto reforzando la cabina y mofles para hacerlos ruidosos, pero nosotros, pueblerinos, nos sentíamos en Le Mans o Montecarlo.
Muchos nos fuimos desde las 10 de la mañana, alguien nos había conseguido un palco, una persona que conocía al hijo del gobernador, porque el autódromo se había construido en mayor medida por la afición que tenía el muchacho al automovilismo. Suponemos que el hijo del gobernador le dijo a su papá, quiero que haya autódromo en la ciudad y el papá movió sus influencias para que el caprichito de junior se cumpliera, y se cumplió.
Este circuito estaba rumbo a la carretera a Monterrey, en el municipio de Ramos Arizpe, en un fraccionamiento que no tuvo mucho éxito como residencial campestre, quizás por lo lejos, o serían los precios, no se sabe exactamente, bueno, pues la salida que encontraron a este fue que lo convirtieron en autódromo.
Al evento fuimos, según dijo la prensa como 5000 aficionados villa melones, la verdad no estaba tan bien organizado, porque simplemente desde la llevada no había señalamientos, se hicieron larguísimas las filas para entrar desde temprano, la gente no sabía exactamente donde estaban los estacionamientos y si estaba o no permitido ingresar al autódromo, recuerdo que había pocas restricciones, así estaría la cosa, que nosotros pudimos meter una hielera con refrescos y cervezas, todo con envases de vidrio y no hubo problema, sí que eran otros tiempos, que para bien o para mal extrañamos.
Al haber llegado muy temprano, pudimos conocer todos los rincones del autódromo, para ver de cerca los automóviles modificados, como eran por dentro, ver las edecanes con sus uniformes de marcas comerciales que dejaban a varios con la mirada perdida, estas muchachas no se ven mucho por estos rumbos, claro con todo respeto, siempre.
Pudimos hacernos de un folleto, en el cual se indicaban todos los detalles del evento, cuantas carreras iban a realizarse, cuantas vueltas tenían que dar, cuantos autos participarían y los premios que iban a recibir los ganadores, etc., etc., estaba interesante tener todos los datos de lo que iba a suceder, nos dimos cuenta que todavía faltaban 3 horas para que empezara la primer carrera. Por supuesto que el hijo del gobernador estaba en la carrera elite, con el número 5, quizás para no desacostumbrarse a las calificaciones que sacaba en la escuela, reprobado.
El palco estaba bien ubicado, podíamos ver los carros en la primer curva, después de la arrancada en donde normalmente chocan por ganarse los primeros puestos desde el comienzo, estaba en alto y los vecinos que nos tocaron, muy cordiales, eran de Monterrey y como que sí le sabían a esto porque opinaban diciendo las partes de la pista, que en mi vida había oído, como a las curvas les decían chicanas o a los llantas que están afuera de la pista las contenciones, manejaban terminología que la verdad, nosotros ni la conocíamos.
Nosotros íbamos más que nada ver choques, como novedad, sin saber cuáles eran las reglas, solo buscándonos la diversión y la convivencia, nos había dejado entrar con cervezas, entonces nos pusimos a ver los automóviles a la vuelta y vuelta, a tomar cerveza, esperando ver un volcadura espectacular, para tener algo más que platicar el lunes en el salón de clase.
Se acabaron las carreras, nos quedamos todavía un rato platicando, sabíamos que el regreso iba a estar muy congestionado, solo había una salida, todos por el mismo embudo, al mismo tiempo causarían un caos. Mejor nos esperamos, seguimos platicando y recogiendo los envases vacíos, que eran retornables, y eran una lanita. Muchos aficionados estábamos tomando, íbamos a manejar de regreso, todavía no existía el conductor designado como ahora, las multas no eran tan salvajes.
Cargamos la hielera y nos fuimos, como a la media hora de que se había acabado, todavía estaba lleno, como que las instalaciones no estaban todavía adaptadas a la entrada que había de personas en el evento. Nos fuimos como pateando un bote para llegar a nuestro carro ¿y que creen? El espíritu de uno de los pilotos se le metió al conductor de nuestro carro, nosotros le dijimos espérate ya te sientes Emerson Fittipaldi (como el del anuncio de las llantas de la televisión), ¿sabes qué?, mejor nos bajamos todos y tu matate solo, entendió el mensaje y le bajo a su prisa, pero vimos a otros que igual estaban poseídos por la adrenalina de la velocidad, querían también ser pilotos de carro, lo peor fue que solo había policía cuidando hasta la salida del fraccionamiento, pero de ahí en adelante que son como 15 kilómetros, no había nadie vigilando la velocidad.
Como nosotros nos habíamos tardado en salir, pudimos ver como 5 accidentes en donde la velocidad y el alcohol fueron los ingredientes principales para que sucedieran. La mayoría de los conductores eran jóvenes que sintieron que ellos también eran pilotos y se estamparon por su falta de prudencia al volante.
Lo más triste fue que el hermano de una compañera de la escuela, que solo tenía 17 años, iba junto con otros 4 amigos, perdió la vida en uno de los accidentes de regreso del autódromo, los otros cuatro estaban heridos de gravedad, vimos el accidente, era muy aparatoso pero no sabíamos ni quienes eran. Esa tarde nunca se le va a olvidar a la familia de mi amiga, que perdieron a su hijo.
Eso fue lo que sabemos de los regresos a Saltillo, había también muchas personas que venían de la vecina ciudad de Monterrey pero siendo sincero, con los problemas que hubo acá no tuve tiempo en investigar en los periódicos si también hubo accidentes para aquel lado.
En aquellos tiempos éramos muy imitadores de las cosas, salía una película y todos nos vestíamos casi igual, que no fuera de karate porque todos eran karatecas, si está la final de algún deporte, lo jugábamos en las plazas o hasta en la calle, había un festival en la plaza de armas, todos estábamos allí como sardinas enlatas, eran otros tiempos que quizás fueron mejores.
Lo que más miedo da como padre que los hijos cuando ya están acostados vengan sus amigos a sacarlo de la cama para irse a una fiesta, he oído tantas malas experiencias que mejor no lo dejo salir si esas son las circunstancias, no vaya a ser que esté yendo a buscar cumplir con su destino, mejor que se quede y mañana Dios dirá.
Eso fue la historia del autódromo de Saltillo que le construyeron al hijo del gobernador, al junior del siguiente lo que le gustaba era tirarse en paracaídas.
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