LA MESA DEL DESPACHO
Por Pía Nalda
Enviado el 01/04/2020, clasificado en Adultos / eróticos
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Inmaculada entra en la casa en donde trabaja de criada. Es mediodía. El padre de familia, viudo, con tres hijos a su cargo mayores de 20 años, la espera en el salón con expresión cariacontecida.
La joven lo mira con preocupación y se disculpa por llegar tarde y no haberles preparado la cena la noche anterior.
- Ayer no nos preparaste la cena, hoy tampoco el desayuno, y las camas están por hacer. Ya tenías que haber ido al mercado para preparar la comida. ¿Qué te pasa?
- Me llamó mi madre cuando me disponía a venir y me pidió que buscase una farmacia de guardia porque necesitaba urgentemente un medicamento. Tardé tiempo en conseguirlo y se me hizo muy tarde para venir.
- Tus excusas no me sirven, además no sé si es verdad, y quedamos cuando te contratamos en que no nos fallarías o en caso de que sucediera nos avisarías con tiempo. Me dijiste un día que una prima tuya necesitaba trabajar. Dile que venga a verme mañana, a ti te despido.
Inmaculada se arrodilló y el hombre la miró sorprendido.
- Le ruego que no me despida, haré lo que usted quiera.
- Levántate. Mis tres hijos y yo necesitamos una reparación. ¿Qué estás dispuesta a hacer?
- Lo que sea.
-Veremos si es verdad. Ve al despacho y espérame.
Inmaculada acudió al amplio despacho de la casa y el hombre fue a buscar a sus tres hijos, que holgazaneaban en sus habitaciones. Unos minutos después se presentaron los cuatro en el despacho, en donde esperaba Inmaculada con evidentes muestras de nerviosismo y temor.
- Inclínate sobre la mesa, con el pecho encima de ella -le indicó el hombre.
Inmaculada obedeció, sonrojada.
- Por favor, no me haga daño -le pidió.
- No se trata de hacerte daño sino de avergonzarte por tu falta de interés.
El hombre le sujeta con la mano izquierda contra la mesa presionando su espalda y con la mano derecha le alza la falda y le baja lentamente la braga, dejando al desnudo sus nalgas.
-Hijos, contemplad este magnífico culo y tocarlo el tiempo que queráis. Inmaculada no ofrecerá resistencia, ¿verdad?
La joven no dice nada.
-Empieza tú, Julián.
Julián se acerca a ella y pasa una mano por sus nalgas, demorándose a placer.
- Eres un soso, ahora tú, Tomás, pero sé más decidido.
Tomás le estruja las nalgas, se las mordisquea y se las besa, de rodillas detrás de ella. Inmaculada gime débilmente.
- ¿Pero qué os pasa, hijos? ¿Os tengo que enseñar yo cómo hacerlo? Luis, ahora tú.
Luis le acaricia las nalgas y mete una mano entre el espacio de ambas, acariciándole el ano.
Inma, a su pesar, se excita con una sensación mezcla de goce y asco.
El padre aparta a su hijo, se arrodilla detrás de la chica, le separa las nalgas con ambas manos y dedica largos minutos a chuparle el ano y el sexo, metiendo la lengua por sus orificios a la vez que le estruja las nalgas.
Inma suspira y gime a la vez.
-Fólleme -musita.
- ¿Qué has dicho?
- Fólleme.
- Habla más alto, no puedo creer lo que has dicho.
- ¡Fólleme! -grita todo lo que es capaz.
- Salid de aquí, chicos -les dice a sus hijos.
Ellos obedecen de mala gana.
- No quiero follarte, se trataba de humillarte, no de hacértelo pasar bien. Ahora quiero que estés en esta posición hasta que yo te lo diga.
El hombre, muy a su pesar, salió de la habitación y dejó a la joven excitada, avergonzada, disgustada y con las nalgas desnudas.
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