Luca ha terminado dos multiplicaciones y las pasa por la rendija que queda debajo de la puerta de su cuarto. Las ha repasado un par de veces para que su padre le devuelva la hoja con dos tics verdes y una nueva misión. En la espera vigila que su hermana pequeña ponga el mismo empeño en calcular unas sumas. Al principio June había intentado buscar pistas por su cuenta, pero papá se había preocupado de ir reduciendo su número en el interior para que practicaran un poco algunas cosas que deberían estar haciendo en el cole. Mientras los dos no completaran todas las misiones, vigilados para que cada uno hiciera las que le tocaban a nivel individual, no podrían llegar a la meta común.
A sus cortos nueve años Luca es consciente de las intenciones de su padre, pero la verdad es que lo ha hecho divertido y se siente responsable de ayudar a que su hermana entienda el juego. La pequeña, con dos años menos, sabe que le quedan muñecas en el cuarto con las que pasar el rato pero el juego en la que la han inmiscuido su padre y su hermano le está empezando a robar toda su atención y las prácticas que hasta no hace mucho tendría que estar haciendo en clase no terminan de separarse del conjunto del juego.
Cuando la última pista les lleva a encontrar una llave grande, como de tesoro, de un mueble muy viejo que en su tiempo recibía al piso en el que sus padres habían comenzado a vivir juntos y que se había salvado del punto limpio en la mudanza al ya hogar familiar, recuperada de un trastero que quedaba mucho menos desordenado que hacía apenas dos semanas, la puerta de la habitación se abrió y papá consiguió que volver a la sala de estar se convirtiera en algo épico y la sensación de que el cuarto que dejaban atrás podría volver a convertirse en una sala de juegos llena de pruebas.
twitter: @earlkiji
https://relatosistema.wordpress.com/2020/03/31/scape-room/
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