Una mezcla peligrosa: amistad & atracción (2ª PARTE)

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La mañana siguiente Abidey se levantó tan caliente como lo había estado el día anterior. A primera hora se saludaron con cordialidad, pero a lo largo de la mañana, cada vez que se cruzaban ella se sentía más sexy, más sensual, más morbosa…

Quería que Alexis se fijara en ella, pero él parecía no percatarse de sus contoneos y sugerentes movimientos. Así que, en un acto de valentía, osó a escribirle un mensaje de WhatsApp:

«Desde que ayer me susurraste al oído que querías besarme, no he dejado de darle vueltas»

Alexis: «Me alegra saberlo. Pero… ¿y cuál es la respuesta?»

Abidey: «¿Me lo decías en serio?»

Alexis: «Claro»

Abidey: «¿De verdad?»

Alexis: «Sí. Si no, no te hubiera dicho nada. Hace tiempo que me gustas… y mucho»

Al leer esa última frase, Abidey sintió un subidón mayor de lo que ella misma esperaba.

Alexis: «No me has contestado» - volvió a escribir Alexis.

Abidey: «Pues para ser sincera… te diré que me encantaría que me besaras, pero por otro lado, no quiero poner en juego nuestra amistad. Me encantan nuestras conversaciones, eres uno de mis grandes apoyos en este trabajo y no querría estropearlo por un beso» - se sorprendió de lo que acababa de escribirle. Quizás había sido demasiado sincera con él y además, le había proporcionado demasiada información… al fin y al cabo, le dijo que le encantaría un beso suyo.

Alexis: «No tiene porqué estropearse. Somos adultos»

Abidey: «Lo sé, pero…»

Alexis: «Mejor lo hablamos después, tomándonos unas cañitas al salir del trabajo, ¿te parece?»

Abidey: «¡Trato hecho!»

Buff, ¡qué nervios! Abidey no sabía si había hecho bien aceptando su invitación. Se sentía vulnerable ante él, pero su cuerpo ansiaba algo más.

Eran las ocho de la noche cuando Alexis pasó por el despacho de Abdiey

- ¿Siguen en pie esas cañas? - preguntó.

- Por supuesto - se apresuró a contestar. Tenía la impresión de que había contestado por impulso, por las ganas que tenía de estar con él.

Fueron cerca del trabajo. Como siempre la conversación fluía y las horas parecían minutos. Los temas eran muy variopintos, pero no fue hasta la tercera cañita cuando los asuntos más candentes comenzaron a salir.

No era la primera vez que los trataban, pero sí era la primera que lo hacían después de que Abidey tuviera pensamientos eróticos con él. Ahora le costaba mucho más hablar con la misma naturalidad, porque se imaginaba las situaciones y  su mente jugaba con ella…

La tensión sexual entre ellos subía como la espuma de sus cervezas. Estaban hablando de los juegos preliminares antes del coito y eso los estaba poniendo tensos, sexualmente hablando.

Sus miradas, profundas, se cruzaban. En ocasiones y sin darse cuenta se acariciaban las manos que tenían apoyadas sobre la mesa. Solamente con esos pequeños roces y la situación estaba «al dente»... en el fondo, era lo que deseaban.

- ¿Qué te gusta hacer en los preliminares? -Se lanzó a preguntar Abidey con mirada lasciva.

- ¿De verdad quieres que te lo diga? ¿No te enfadas conmigo si te digo lo que me gustaría hacerte a ti?

Un calor interno la invadió. Sabía que no estaba preparada para escucharlo. Pero su cuerpo pedía más. Estaba sedienta. Sabía que era “peligroso” pero se moría de ganas de saberlo. Mirándolo a los ojos y acercándose un poco a Alexis le susurró: -Lo estoy deseando

-Muy bien - Alexis le tomó ambas manos y comenzó a decir en tono bajo: -Me gustas mucho y podría hacerte el amor mil y una vez, pero ahora mismo, si estuviéramos en un lugar íntimo, me acercaría y metería las manos bajo ese vestido vaporoso que llevas y las subiría lentamente por tus muslos, llegaría a tus nalgas y las apretaría, quiero sentirlas, quiero saber qué tacto tienen y te empujaría hacia mí para que notaras la dureza de mi miembro. Te mordería ligeramente un labio y te daría un beso profundo pero corto para que te quedaras con ganas… luego te bajaría lentamente las tangas sin dejar de mirarte a los ojos. Te sentaría en la mesa y yo lo haría en el banco frente a ti, posicionando tus piernas en cada uno de mis lados. Así tendría una visión perfecta de tu coñito ya desnudo.

Abidey, rabiosa de deseo, sacaba fuerzas de donde no las tenía para intentar controlarse. Su “pepita” estaba húmeda. Deseaba que Alexis le hiciera todo lo que le estaba diciendo.

Él continuó su relato sabiendo que el ambiente que se estaba creando acabaría explotando por algún lado. Tenía su polla dura, muy dura. El simple hecho de imaginarse a Abidey delante sentada en la mesa lo estaba matando. Sabía que ella estaba igual que él. Sus mejillas se habían teñido ligeramente de rosa, debía sentirse fogosa, pero la quería ver al límite.

- Como te iba diciendo, teniéndote frente a mí, con la visión de tu coño delante de mi cara, se me ocurren mil y una cosas, pero me las reservaré - sonrió. - Te acariciaría los muslos por su cara interior muy cerca de tu centro. Quiero que el calor de mis manos invite a tus muslos a abrirse más, para tener pleno acceso a tus labios. Sé que ya estarás húmeda por lo que te separaría los labios dejando tú clítoris a mi merced. Acercaría mi boca y comenzaría a lamerte, para mojar completamente tu zona y que mis dedos se deslicen mejor. Besaría tu sexo con pequeñas chupaditas, te lo comería, jugaría con cada uno de tus pliegues hasta que te corras para mí. Quiero beberme tus jugos. Quiero atragantarme. Que me empapes la cara con ellos. Quiero verte jadear y dejarte sin aire. Quiero que aprietes mi cara contra tu bollo. Deseo todo tu sexo para mí y cuando pienses que ya todo ha acabado, succionaré nuevamente tu clítoris, entreteniéndome, sin prisas, jugando y que aflore por fuera de tus labios. Lo quiero dejar tan sensible que cualquier roce sea puro gozo. Luego, te tumbaré sobre la mesa y apoyándote sobre los codos, te subiré los muslos para tener acceso a tu culito. Quiero lamerlo hasta que se relaje y se abra para jugar con él, dibujando pequeños círculos con mis dedos y mi lengua. Apretando ligeramente al tiempo que te introduzco dos dedos en tu coñito, mirándote a los ojos y viendo como disfrutas… y que entre jadeos me supliques que te folle que no puedes más, que necesitas mi polla dentro…

- Calla, cállate ya, no sigas por favor - rogó mientras se tapaba la cara para que Alexis no se diera cuenta de lo que deseaba que le hiciera todo lo que acaba de decir.

Abidey estaba sofocada. Sin quererlo las piernas se le abrían bajo la mesa. Su coñito estaba extremadamente caliente. Lo presionaba contra el banco sobre el que estaba sentada, intentando sofocar su ansiedad.

Alexis consciente de la situación que acababan de crear, aprovechó, se acercó a ella. Mirando sus labios carnosos y húmedos por el último sorbo de cerveza y le dijo:

- Creo que ahora es el momento - la tomó por la nuca y la besó apasionadamente.

Tras ese beso, no sé si escribiré una tercera parte… pero ya se podrán imaginar lo que pasó después.


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