La Charla de los Esclavos o Cansado de ser Vampiro, Tío
Por Avis
Enviado el 26/06/2013, clasificado en Reflexiones
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LA CHARLA DE LOS ESCLAVOS O CANSADO DE SER VAMPIRO, TÍO
Cuando llegó al salón se acomodó en el centro del sofá, entre los dos amigos que veían una serie sobre seres fantásticos, sangre, amor y demás ingredientes mágicos.
-Cansado de ser vampiro, tío, dijo recostándose sobre el respaldo mullido.
-¿Qué ha pasado?, contestó el interlocutor a la derecha.
En la pantalla, un enano acariciaba un dragón mientras un gigante, al fondo, preparaba la comida espolvoreando polvo de hadas sobre un unicornio que sostenía en la boca la manzana del pecado original. A continuación, un hombre lobo o lobisome apareció en patinete cantando We can work it out mientras derrapaba en primer plano para acariciar también al enorme dragón que cerraba los ojos dejando claro que aquel repentino exceso de atención le agradaba.
-¡Mira, ahí estoy! Las clases de inglés y canto me han servido ¿eh? Qué acento de Liverpool. Menudos cabrones, yo no quería hacer esas escenas y propuse al estudio que contratasen un doble pero argumentaron que no sería creíble y destrozaría la serie entera. Pero salgo bien, el derrape lo rodamos quince veces hasta que salió bien. Por cierto, todo hay que decirlo, el dragón es un actor de primera categoría. Trabajador, cordial y todo un profesional ¿Qué decías hace un momento?
Hablaba el de la derecha, un cánido de pelaje gris que sostenía una lata de cerveza la zarpa derecha y un bol de palomitas sobre el regazo. No era mal compañero de piso. Era un tío satisfecho de sí mismo y su trabajo, sin cambios bruscos de humor y pagaba religiosamente su parte llegado el momento. Lo único que no le gustaba de él es que fuese tan conformista, conservador de cierta manera. Pero sabía en su interior que esos no eran defectos sino una forma de ver el mundo con la que no coincidía en absoluto. Ahora que lo piensa, la misma distribución de sus culos en el sofá les delataba. Aceptando el hecho de que los de derechas son conservadores, ahí estaba el lobo. Aceptando que los de izquierdas eran inconformistas y radicales con respecto a la situación actual, ahí estaba su otro compañero de piso. Una especie de androide (qué asco) con placas metálicas, botoncitos de colores y una cartuchera dónde reposaba un revólver láser de pega. Y en el centro el, intentando Work it out, de qué iba todo esto. De centro, bueno, intentando ver la complejidad del asunto.
-Nada, que hoy he estado toda el día de aquí para allá currando. A primera hora la escritora que me contactó el año pasado me llevó a un desayuno en la tele. Demasiada luz, pero ellos quieren que me agazape o me vuelva piedra. Estos humanos están mal, muy mal. Demasiada luz me molesta como a cualquier otro, joder. Y los periodistas ahí, asombrados, preguntándome si me gustan las gambas al ajillo, je-je-je. Piuf .Y que si me muero si me clavan una estaca en el corazón, no te jode. Seguro que si al rubiales ese de presentador le clavan una estaca en el corazón sale al día siguiente a andar en bici cantando la marsellesa. ¿Pero qué les pasa?
-Yo comprendo lo que dices draculín, dijo el robot que se hacía llamar Kaos. Con K. Más radical. Mira, yo he decidido no volver a entrar en ese mundo. Tengo otros planes para mí y para ELLOS.
-¿Quiénes son ELLOS?, preguntó distraído el lobo, pues seguía la serie con casi total concentración, ¿Y por qué lo dices con mayúsculas, si se puede saber? Eres un tío raro tú, ¿eh?
-Los humanos
-Tío, a veces me das miedo, en serio. Bueno, no podemos olvidar que ellos son nuestros creadores Para bien o para mal somos sus esclavos, ellos son papá y mamá, comentó el vampiro mirándose las uñas postizas que aquella mañana le habían pegado antes del rodaje de la quinta secuela de no sé qué versión cinematográfica para Corea del Norte.
-De acuerdo, somos sus creaciones, pero yo exijo pleno derecho para definirme como ente independiente, sin cordón umbilical ni hostias. Si es que aún encima somos el producto de sus peores sentimientos, el desencanto ante una realidad desagradable, la necesidad de huir, el miedo a la muerte y a la vida, la culpa, la soledad y el aislamiento, la depresión, la locura
-Recuerda, querido robot, que también somos producto de su creatividad, su alegría, sus esperanzas y su alegría. Como siempre te limitas a ver el vaso medio vacío. Ése es tu problema.
-Tú sí que tienes el tarro medio vacío, macho. Tú que vas por ahí meneando la cola como un perro. Ni lobo eres sino un perro, una oveja, una vaca, un pato, una sardina Los tuyos deben de estar haciéndole vudú a tu muñeco. Hasta el pato Donald de Disneyland conserva más dignidad que tú, pringao.
-No me toques los .
-¡Eh! Ya está bien. Así no se va a arreglar nada. Mi opinión es que a pesar de ser sus creaciones deberían de respetarnos y no sobreexplotarnos. ¿Es que la inspiración humana es limitada?
No sé, yo estoy contento con mi trabajo, mi sueldo y mi vida, nada más podría pedir. Disfrutemos de lo que tenemos hoy, el mañana es caprichoso.
-Sí. Realmente, Kaos, creo que eres demasiado duro con ellos. Hay que ser más comprensivo, supongo. Aunque tampoco te falta razón. Pero mira, mañana lo que voy a hacer va a ser darme un descanso, un baño de agua caliente. Si hay suerte los humanos habrán parido un nuevo invento que nos saque de los hombros todo este peso.
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