Las Piedras También se Comen

LAS PIEDRAS TAMBIÉN SE COMEN

Abre la nevera, coge un cartón de zumo. Abre una alacena y coge unas galletas de chocolate. Se sienta en la silla de plástico de la terraza al sol. Su cuerpo esbelto embadurnado de crema contra-solar. Se pone las gafas de sol y mira con curiosidad el envoltorio de las galletas. Tanto de calorías, tanto de grasas, tanto de azúcares…Saca una del paquete y la saborea en su boca, deleitándose cuando una piedrecita de chocolate se funde en su lengua.

Mientras tanto, a mucha distancia. Una madre llama a los niños a recogerse a la cabaña. El calor ha cesado y la noche fresca cae sobre la aldea. Se enciende un fuego. Los niños observan la silueta sinuosa del fuego alzarse hasta calentar una pota cubierta de la cual proviene el sonido de agua en ebullición. La de siempre, la misma pota de ayer y anteayer.

La madre les dice que en breves han de comer, que sólo hay que esperar a que los alimentos estén cocidos. Mientras tanto, los niños escuchan los cuentos que la abuela murmura desde su camastro. La cena tarda y tarda hasta que parece que el sueño ha vencido a los benjamines. La madre se acerca al fuego, le echa arena para apagarlo. Coge la pota y sale al exterior. La destapa y vierte el agua. Luego alarga su mano hacia el centro de la pota y saca cuatro piedras con cuidado de no quemarse. Las deposita después a un lado de la cabaña, perfectamente ordenadas.

Y el sueño no ha ganado todas las batallas, pues uno de los niños ha oído la operación de su madre. Tumbado, con los ojos abiertos y consciente de la mentira en que todos participan.

El paquete de galletas está en el suelo de la terraza, acabado. El sol broncea su piel. Un mensaje llega al móvil: TE VIENES AL GIMNASIO GORDA? XD. CÓMO VAS CON LA DIETA?