Capitulo I. El inicio

Por
Enviado el , clasificado en Adultos / eróticos
3687 visitas

Marcar como relato favorito

Siempre ando a las carreras, prácticamente diario me levanto tarde y claro está, tengo poco tiempo para alistarme por las mañanas e ir a la universidad.

Pero no me quejo, me gusta desvelarme. Y es que, por las noches, en la oscuridad de mi cuarto, sé que nadie vendrá a molestarme y ver qué estoy haciendo.

Debo confesar que apenas cumplí 19, y justo hace poco tiempo he comenzado con un vicio bastante, ¿Cómo llamarlo?, lujurioso diría yo. 

Y es que por casualidad, en una de mis noches de desvelo, me encontraba navegando en mi celular, me encontré con un post que llamó mi atención. El encabezado decía: "Una manera muy especial de dormir a gusto". Y con eso de que me gusta desvelarme, pensé, ¡Que interesante!, quizá me ayude a quitarme el vicio nocturno (pero que ilusa, solo fue el comienzo de algo mayor).

Bien, a resumidas cuentas el post se refería a la práctica de la masturbación como una manera de relajación que ayuda a dormir. Inicialmente me llamó la atención, pero después pensé: yo jamás lo he hecho, no sé cómo se hace y principalmente no tengo nada que me motive.

Debería hacer una pequeña pausa para comentar que yo no soy una chica con suerte para los novios y cosas de ese estilo. Soy muy "normal", tan normal que pasó desapercibida entre los chicos desde siempre. No me siento fea, sin embargo debo reconocer que gracias al poco tiempo que me dedico a mi misma por las mañanas no me ayuda a hacer algo decente por mí. Me pongo lo primero que encuentro, algo muy cómodo y rápido de poner. Mi cuerpo es relativamente delgado, tengo una piel clara, mido 1.66, tengo caderas pronunciadas, nalgas redondas y en su lugar y mis senos son pequeños, con unos pezones delicados de color salmón. Pero todo eso está bajo la ropa deportiva y cómoda que uso a diario. Además, mi rostro es ovalado, de labios gruesos, ojos y cabello oscuros. Siento que no estoy fuera de lo normal, pero tampoco soy una chica que levante suspiros.

En fin. Regresando al asunto de la masturbación, la verdad es que lo deje en paz, aunque algo muy en mi interior despertó y empezó a dañarme el sistema.

Un día en la universidad, con mis compañeras más queridas, dentro del salón de clases, pasó a nuestro lado Adriana y Luis, la pareja del salón.

Había notado que Luis era muy atractivo de rostro, pero lo que jamás había volteado a ver a nadie absolutamente a nadie, lo hice en ese momento. El estaba usando un pantalón bastante ceñido que le marcaba los glúteos, y ¡Vaya glúteos! Pero eso no es todo pues se dio la vuelta y le vi la parte frontal: un pene bien erecto y marcado por los besos que se estaban dando Adriana y él.

En ese momento me dió de frío, calor, nervios y quién sabe que más, ¡Se me calentó la entrepierna! Y sentía que un líquido fluía de mi vagina. Pero ¡Con un demonio!, ¿Que pasó conmigo? Jamás me había pasado, aunque si había visto hombres desnudos, guapos y demás en otras ocasiones, en ese momento sentía que explotaba mi vagina. Obviamente se han dado cuenta que soy virgen ante este relato y claro está, sin novio.

Pues bien, tuve que sufrir el resto de la clase por lo sucedido y doy gracias a que nadie notó mi inestabilidad momentánea y principalmente mi vagina húmeda.

Terminando la clase ya quería correr a mi casa a bañarme y quitarme esos fluidos que brotaban de mi.

Una de mis compañeras me detuvo y me recordó que durante la clase acordamos ir a su casa el fin de semana para terminar un proyecto. Asentí rápidamente y me fui.

Vaya que llegue y lo primero que hice fue llegar a asearme y posteriormente baje a cenar con mis padres. Ahí les comenté la cita del fin de semana en casa de mi compañera.

Ya más tarde me encerré en mi cuarto y recordé lo que me pasó, y principalmente, lo que vi. Mi cuerpo inmediatamente reaccionó: se me endurecieron los pezones, me recorrió un escalofrío y se tradujo de nuevo en el fluido vaginal que me calentaba la entrepierna. Decidí ponerle seguro a mi puerta y mi corazón latía muy rápido. Me bañé de nuevo y me acosté desnuda en mi cama. Pensé en intentar de nuevo la experiencia y recordé de nuevo el ajustado pantalón de Luis. Y aquí voy de nuevo, pero en esta ocasión baje mi mano despacio desde mis senos, recorrido mi vientre y llegando a mis labios vaginales. Pase mi dedo índice entre mi abertura para tocar ese fluido que me estremecía. Lo deslizaba de arriba a abajo despacio. Abrí más las piernas y seguí. Oh, mi fluido vaginal era más y más. Ahora usaba mis cuatro dedos para deslizarlos entre mis labios vaginales y sentía como mi clítoris se endurecida. Decidí darle unas palmadas y eso provocó que me enloqueciera, volví a deslizar mis dedos y de nuevo las palmadas. No tardé mucho en darme cuenta que tenía los dedos de mis pies apretándose y estaba más abierta de las piernas, justo en ese momento sentí un hormigueo que se concentraba en mi vagina y clítoris, hacían que levantará la cadera, seguía tallando mis dedos más rápido que al principio entre la comisura húmeda de mi entrepierna. Justo ahí sentí una explosión de placer, gemía y mi vagina se contraía un y otra vez haciendo que me retorciera en mi cama, jalando las sábanas y acelerando mi corazón. Esos segundos de placer fueron el detonante de mis desvelos actuales y encuentros diarios entre mis dedos y mi vagina por lo menos, durante lo que restaba de la semana. 

¿Dormí tranquila?, Vaya que sí, me limpié y me puse mi pijama. Dormí como nunca.

 


¿Te ha gustado?. Compártelo en las redes sociales

Denunciar relato

Comentarios

COMENTAR

(No se hará publico)
Seguridad:
Indica el resultado correcto

Por favor, se respetuoso con tus comentarios, no insultes ni agravies.

Buscador

ElevoPress - Servicio de mantenimiento WordPress Zapatos para bebés, niños y niñas con grandes descuentos

Síguenos en:

Facebook Twitter RSS feed