MI MISMO PARTE 2

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Lo que he sido, está gravado a fuego en la expresión de mi rostro, en la luz de mis ojos, en mi forma de hacer, de vivir, de hablar, o de ser. Llevo dentro de mí las heridas de mi pasado y una profunda tristeza que ha debilitado mi alma y envejecido mi cuerpo. No soy capaz de vivir un momento, sin pensar en aquello que lo precede, demasiadas pruebas he tenido que superar como para no tenerlo en cuenta.

Nunca he entendido el talento de algunas personas que en poco tiempo se trasforman en otras, renegando lo que han sido o han vivido. Creo más en una metamorfosis paciente, lenta y dolorosa, que produce un cambio en la forma de ser y de percibir la vida.

He necesitado un largo tiempo, para presenciar y entender la lenta transformación interior de mí mismo, dirigida por una voluntad personal de superarme. He sido muchas veces, injustamente juzgado por personas que no conocían tan siquiera una partícula de mi ser. Que ni siquiera tenían una idea de lo que vivía dentro de mí. En aquella soledad que a veces se prolongaba durante un largo tiempo, he tenido que enfrentarme al dolor, a la tristeza, al miedo. Hoy llevo dentro de mí las heridas de mis batallas, y unas profundas cicatrices en el fondo de mi alma.

Siempre he pensado que el tipo de vida que rodea a muchos, es un completo engaño y que existe algo más de este vivir habitual y tranquilo, que escondido tras una ostentosa felicidad, profesan con presunción y sabiduría cierto personaje que sentados, observan sin entusiasmo, sin alegría, lo que necesitan para hacer palpitar sus corazones. Como siempre me han hecho tristemente reír las declaraciones de aquellos que dicen (hay un tiempo para todo) (busco la tranquilidad y la estabilidad) (quiero ser feliz). La verdad es que se han trasformado con el tiempo en estériles inteligencias y espectadores temerosos de una vida que les pasa por delante, sin ser vivida, Tienden a dar un valor absoluto a todo lo que es relativo y mutable, debido al terror de perder y a la incapacidad de reconquistar, lo poco que con mucha suerte han encontrado. No existen certezas, solo los burros la buscan. No han entendido que la vida no es un término absoluto, si no al contrario, es un sentimiento mutable y varios a según el momento, la casualidad, la suerte, las coincidencias o la circunstancia. Sus deseos, sueños y ambiciones, les hacen imaginar un estado feliz respecto a lo que está por venir, porque añaden a sus vidas placeres que no tienen. Y cuando, por suerte, algunos de estos sueños se convierten en una realidad, ni siquiera entonces serán felices, porque tendrán otros proyectos futuro más grandes y más importantes de aquellos que una vez les hicieron esperar, que cuando se cumpliesen les hubieran proporcionado la felicidad que tanto buscaban.

¡Quieren conocer la felicidad! Pero por miedo a arriesgarse, ni siquiera se conocen a sí mismos. No han todavía comprendido que la felicidad, la verdadera, deambula solitaria y silenciosa, sencilla y humilde, buscando entre

esas sugestivas apariencias, un momento para volver a existir y renacer.

He llegado a un punto en el que ya no me interesan las razones de los demás, de lo qué piensan o hacen de lo que dicen o cómo actúan. ¡He escuchado demasiado y durante demasiado tiempo! No tengo más paciencia.

 

 

 

 


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