Un par de amigos corrían sobre un vehículo de último modelo por las calles de Santiago, sin control y con un par de copas de alcohol en el cuerpo. Antes de llegar al destino deseado el coche sufrió una colisión que dio inicio a la fatalidad y los traumas biológicos. Todo fue demasiado rápido y nadie pudo reaccionar. El lujoso automóvil se elevó por los cielos y se destrozó frente a un paradero infectado de personas que esperaban la locomoción pública.
Quiero que se preparen porque lo realmente trágico del relato está por comenzar. Mi amigo que conducía el vehículo en estado de ebriedad no había abrochado su cinturón de seguridad y la puerta estaba mal cerrada. El cuello fue aprisionado por la puerta, decapitando su existencia en un santiamén. La extremidad de carne y pelos fue expulsada directamente a la posición de los peatones, los que cayeron en un desmayo natural y colectivo mientras esperaban volver a sus domicilios después de un estresante día laboral.
Comentarios
COMENTAR
¿Te ha gustado?. Compártelo en las redes sociales