Lo había visto un par de veces, en este momento no puedo recordar donde. Pero cuando lo vi esa noche, rápidamente reconocí esa sonrisa. Cruzamos miradas varias veces, así supe que él sabía quién era. Mi memoria de esa noche es un poco borrosa. Pero recuerdo cómo poco a poco llegamos a nuestro encuentro. Nuestras miradas se buscaban y al encontrarse se quedaban fijas. Los movimientos para provocarnos empezaron. Comencé jugando con el sorbete de mi bebida, la cual continuamente rellenaba. Lo metía en mi boca, lo lamía, mientras él me observaba con detenimiento. Vi cómo se mordía el labio, y me volvió loca. Moví mi pelo hacia un lado para mostrar mi cuello. Empecé a pasar mi mano por mis hombros y cuello. Disfrutando de cada respiración mientras mi corazón se aceleraba. Sin darme cuenta mis manos llegaron a mi cara. Jugaba con mi pelo y acariciaba mis labios. Y él, solo gozaba de la escena. Era momento de actuar. Me acabé mi bebida de un bocado, y fui a bailar. Me sentía como en una escena de película, me dejaba llevar por la música, las luces y su mirada se enfocaban en mí, el trago estaba llegando a mi cabeza, no me importaba nada, solo quería saber hasta dónde llegaría. Había una mesa en medio de la pista. Me subí en ella, y bailé como una maldita diosa. Él, atento en cada uno de mis movimientos, le sonríe, él me hizo señas con su vaso como si brindara conmigo, solo me mordí el labio. Continué bailando y acabé con un movimiento maestro. Termine en cuatro sobre la mesa, con mi pelo tapando mi cara; al alzar la mirada él estaba justo afrente de mí. Mi nariz se cruzaba con la suya. Mi respiración se cortaba y sentía mi sudor correr mi cuello. Estaba nerviosa y emocionada. Nuestras miradas no se separaban. Empezó a tocar mi cara, metió uno de sus dedos en mi boca. Es tan difícil usar palabras para expresar como eso me hizo sentir. Pero se que esa acción me mojo. Volví a morderme el labio y reírme de forma nerviosa.
Me bajé de la mesa y volví a mi actitud de la puta ama. Le toque el brazo. Me fui caminando lentamente y moviendo el culo de lado a lado para que él lo pueda disfrutar. Era obvio que el cuarto de arriba era mi destino. No se demoró en llagar a la habitación. Me encontró sentada en la cama, esperando su llegada. Solo quería que él destrozara mi ropa, y me complazca. Al verme se notaba cuánto quería esto.
Se tiró en la cama sobre mí, empezó a besarme y a pesar de no conocer mis deseos los estaba complaciendo. Vino a por mi boca. Me beso sin control, sin miedo, sin prisa. Tenía unos labios tan perfectos y sabía usarlos también. Cada uno de sus movimientos eran memorables. Sus labios con los míos, bailaban. Tomo mi labio entre sus dientes, y a pesar de no sentir mi cara, supo hacer que me estremezca. Esa combinación perfecta entre dolor y pasión.
Continuó con besar mi cuello, entre besos, lamidas y mordidas consiguió mi primer gemido. Me sonrió y mordió su labio. Continuó con meter sus dedos en mi sexo. Podía sentir lo mojada que estaba. Empezó lento, fue aumentando la presión, la velocidad y la cantidad de dedos. Mientras con su boca mordía mis pezones. Bajo con su boca, hasta estar entre mis piernas.
Saco sus dedos justo antes de venirme y empezó hacer un oral increíble, no hay más palabras para describirlo. Mis manos en su pelo, sin dejar que pare, me tenía toda suya. No sabía ni su nombre, pero me encantaba. Quería gritar, pero no quería que nadie nos escuchara, él lo noto y me dijo: “has lo que quieras, con la música tan alta nadie se dará cuenta” Y en medio de un grito llegue. Que orgasmo tan perfecto. Me sentía tan motivada a volverlo loco.
Creo que olvide de mencionar mi atuendo. Estaba con un enterizo rojo de short, algo escotado, pero no pegado al cuerpo y sin embargo estaba usando una hermosa tanguita. Por alguna razón ese día olvidé ponerme brazier. No sé en qué momento mi prenda principal termino en el piso, pero sé que hasta mi primer orgasmo mantuve mi ropa interior.
Tras tenerme temblando y llena de energía, lo tiré al piso. Me senté sobre su paquete. A través de su pantalón podía sentir lo duro que estaba. Empecé a desabrochar su camisa, era azul. Una vez que la tenía toda abierta, fui con mis manos tocando su pecho, su abdomen marcado. Cada vez que el intentaba besarme o tocarme ponía sus manos contra el piso, era yo quien lo complacía en ese momento. Pare un momento de tocarlo, y empecé a tocarme, y una de mis manos la subí a mi boca, mordí uno de mis dedos mientras lo miraba con una cara pícara. Me retire de encima de él, desabroche su correa, abrí su pantalón. Empecé a tocarlo sobre su bóxer, me levante y le señale que lo quería en la silla. Fue hacía allí desnudo, que arte de hombre. Empecé hacer mi trabajo, primero lo lamí de arriba abajo, mientras con mis dedos masajeaba su puntita y mi otra mano la tenía ocupada en sus huevos. Lo metí en mi boca y podía sentir como seguí creciendo. Escuchaba su respiración acelerar, y un gemido le pude sacar, quizá más; amo un hombre que demuestra su disfrutar. Supe que estaba a punto de venirse, estaba lista para tenerlo todo en mi pecho, cara y boca, pero me paro. Me dio media vuelta y me quito mi tanga, mientras tenía mis nalgas en su a cara. Mordió mi culo, y me dio media vuelta. Me senté encima suyo, sintiendo como poco a poco iba entrando dentro de mí. Ambos estábamos tan excitados que llegamos rápidamente a nuestro primer orgasmo. Él tomó el control de la velocidad mientras me besaba. Un rato antes de que ambos acabáramos paro, y me susurro al oído si nombre. “Para que sepas que gritar”. Tome el mando del movimiento. Y en un par de minutos ambos nos vinimos.
Lo vi salir desnudo hacia un pequeño balcón en la habitación. Sin pensar lo seguí. Ese daba a toda la fiesta. Me puso contra el muro, y empezó a penetrarme. Le dije “quieres que todos nos vean”, ¿no te excita eso?” respondió. Y continuó, me tapó la boca, me dijo que si gemía me castigaría. Era tan difícil aguantar. Al momento de llegar grité su nombre, él lo saco, me dio una nalgada, acabo en mi espalda.
Empezó a besar mi cuello y detrás de mi oreja, y me llevo dentro del cuarto. Me eche en la cama, podía sentir como seguía chorreando. Él me dijo que se iba a bañar. No recuerdo nada más de esa noche, solo sé que me desperté en su camisa azul, y mi ropa había desaparecido.
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