Me estaba fumando un tabaco en mi ventana cuando noté que estaba mirándome. Aprovechando que lo vi solo de pasada me quedé viendo el cielo, como si no lo hubiese notado, pero aún viéndolo de reojo: me miró un segundo más y se giró. Entonces lo miré, debía tener alrededor de 50 años, pelo ya grisáceo, o quizás era efecto de los focos de luz. Iba paseando un perro blanco y se estaba fumando él tambien un tabaco. Algo hizo que me interesara en él, quizás fue el tabaco, mientras más lo veía más crecía la sensación, una atracción amable, tan natural, como un imán suave, una sirena de buen corazón. Todo esto lo sentía mientras lo veía caminando lentamente, alejándose de mí, siguiendo a su perro, el humo de su tabaco ascendiendo y perdiéndose lentamente. No podía ser alguien normal, no lo era, había algo en su forma de caminar, de fumar. El hecho de que me haya visto, en mi cuarto piso algo alejado de la calle, ya indica que no era cualquier persona, somos pocos los que vamos mirando el cielo, los edificios, las ventanas, lidiando, intentando lidiar con la idea de que cada cuadradito alberga alguien quien alberga miles de algos que tienen cada uno de ellos infinitos potenciales de ser algos o alguien. Quedarse mirando, fumando, jugando a descifrar, intuyendo lo inefable, eso no se ve siempre, y menos después de un día lluvioso, desde mi ventana, pasado el toque de queda.
Nuestro lazo es evidente, se me ocurre que habré sido yo en otro tiempo, me habré visto a mí mismo, y él me habrá visto a mí mismo también. Solo en días de lluvia pasan estas cosas, siempre me han gustado estos días helados, perderme en ideas contingentes, los tabacos son especialmente sabrosos, su calor realmente te abraza, te imbraza, los cafés son más completos. Sigo pensando en el tipo de antes, había algo especial en él, su forma de fumar me recordaba a algo, me gustaría decir que me recuerda a mí pero no sabría nada concreto en lo que basarme. Aún así es inegable que algo me lleva a pensarlo. Coherente o no, creo que entiendo algo, ideas me pican la cabeza, debe ser la lluvia, mejor vuelvo rápido y las escribo antes de que se pierdan. Estoy seguro de que algo había en ese jóven en la ventana, sé que me miró cuando me giré, algo había en su forma de fumar, algo mío.
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