La veterinaria de la que les voy hablar era conocida por todos en aquel barrio de Colombia y siempre destacó por dar la vida por la salud de los animales de la comunidad. Se veía a diario con su actitud servicial frente a niños y ancianos, aunque fueran desconocidos siempre surgían frases de buena crianza. Nunca escuché que alguien dijera que no le sonrió, que no supiera sobre algún tema del que le preguntaran o que generará intencionadamente un inconveniente. Pareciera que para ella cada persona fuera la más importante.
Todas las personas tenían la misma percepción sobre ella pero para mí siempre figuraron aspectos extraños en su mirada, algo que no quise compartir con los demás para así no ganarme el repudio de los pobladores. Pensaba que sucedería si un atisbo de crítica surgieran de mis labios sobre el actuar de la veterinaria y al segundo siguiente prefería ni siquiera generar esa imagen tenebrosa entre mis pensamientos. De todas formas mi subconsciente sabía que la forma en que miraba a cada persona no podía ser normal, una felicidad tan artificial como la de una muñeca Barbie y a pesar de los buenos sentimientos que una persona pueda tener nadie puede llegar a ese nivel de bondad.
Cuando saludaba a las personas en la calle era muy efusiva y de piel, parecía tener una necesidad de tocar a las personas. Desde lejos me podía dar cuenta como su frente sudaba al igual que sus manos. Quizás cuestiono mucho mi entorno y en realidad si es una persona muy buena, con algunas inseguridades y timidez que no son nada de extrañar, hay que recordar que la gran parte del día la pasa con mascotas de sus clientes que no le comentan de series ni programas de televisión.
De pronto desperté en una sala de cirugías con un dolor terrible en mi cabeza y estaba ella mirándome de frente con una jeringa. Mientras trataba de levantarme podía ver cuerpos cubiertos por sabanas blancas con tintes grises parecidos al moho. Justo en ese momento ella me dirigió algunas palabras:
No soy tonta, me puedo fijar de como me vigilas hace días. Aunque pienses que sufriste un desmayo la realidad no es así, tengo conocimientos médicos para poder adormecer a cualquier persona que esté interesada en investigar mis extrañas conductas.
Muchos no entienden nada sobre mi vida pero de todas formas me juzgan, me puedo dar cuenta con sus miradas de envidia. Tengo un fetiche por partes del cuerpo de distintos seres (humanos o animales) y tú no vas a ser el límite en la búsqueda que tengo del cuerpo perfecto. He viajado por diferentes continentes viendo brazos musculosos, piernas alargadas, muslos de deportistas de élite. Con el tiempo me acostumbré a descarnar cuerpos de jóvenes y ancianos, es una especie de hobbie que va más allá de mi profesión. La misión que encontré en la vida, lo que me llenaría realmente, es reunir las partes más bellas de diferentes cuerpos y poder darle vida al ser que salve a la tierra de la inoperancia... ¡El super hombre lo voy a crear yo! Soy la virgen María del nuevo siglo.
He trabajado durante años sin descansar y tú eres el fin de mí búsqueda, contigo podré completar el cuerpo perfecto. Si te das cuenta siempre estoy sola, por lo mismo necesito crear a un hijo que me acompañe por el resto de mi vida y no perdono a ninguna persona que posea una parte perfecta. SI esfuerzas tu vista, cuatro camillas más allá está mi hermano decapitado y mi ex marido sin sus costillas porque serán parte del cuerpo que tú también formaras para mi eterno placer carnal y terrenal. Hay algo que me perturba a diario, todavía no he podido definir la forma de dar vida al cuerpo perfecto que confeccionaré con los restos corpóreos tuyos y de los demás. Al definir eso le ordenaré a mi creación que tengamos relaciones sexuales para procrear mi obra de arte perfecta.
Me tenía amarrado de ambos brazos y piernas a un pilar, me obligaba a tomar algunos medicamentos para tenerme dormido antes de asesinarme, de todas formas podía ver como con una sierra cortaba extremidades de los cuerpos podridos que tenía en la sala. Todo lleno de interiores y sangre de diferentes tonalidades de negro.
- Si creen que no sé que puedes ver todo lo que hago es porque eres un idiota.
- ¿Por qué lo haces entonces? No entiendo tus verdaderas intenciones.
- En todos los países lo hago. Es mi forma de tener orgasmos.
Pasaban los días y el cuerpo que estaba zurciendo la veterinaria para mi pesar tomaba cada vez más forma. Me advertía que iba a construir al futuro padre de su hijo y que mis extremidades las iba a dejar al último para que pudiera ver todo el proceso de armado. No dudaba a cada momento de advertirme que no todos tenían el privilegio que he tenido yo de ver el proceso de su gran obra. Cuando me daba un poco de sed, algo normal después de estar marrado tantas horas, la mujer tomaba un posillo, le rebanaba algún cadáver y me obliga a beber su sangre, si me quejaba le ponía sal y limón y me gritaba: ¡No te quejes! Con la pobreza que hay en el mundo es difícil conseguir una limonada tan buena.
Llegó el momento Emilio, mi creación está casi lista, lo único que le falta a mi muñeco son sus ojos para poder ver. En ese momento la mujer tomó unas tijeras y me rebanó los dos ojos de un simple zarpazo, mientras gritaba agónicamente la mujer me pidió disculpas: has sido un gran referente para mí, quizás la mejor compañía hasta el día de hoy por lo mismo te mataré para que puedas reencarnar en el hombre que me hará madre por primera y única vez.
Anita la veterinaria terminó de cocer los ojos al cuerpo confeccionado y le habló con el brillo en los ojos que tiene una adolescente al conocer a su primer amor: Despierta, hablame, mirame... ¡Mirame por favor! Le repetía una y otra vez a su creación infernal. Solo mirame para ser feliz y poder besar el mayor de mis logros realizado en vida ¡Te amo desde antes que respires!
La mujer entendió porque no se podía comunicar con el amor de su vida a pesar de haberle entregado los ojos más bellos que había visto en su vida. Te falta una lengua para que puedas declararte y decirme que también quieres pasar tu vida al lado mío, como no lo pensé antes, es lo más importante de todo. Al segundo siguiente la joven mujer tomó una tijera y corto su propia lengua para regalársela a su creación, mientras se desangraba cocía la ultima parte del cuerpo que hacía falta para que despertara el sueño de su vida pero ya era demasiado tarde para poder disfrutarlo en vida.
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