No me dejaste ir

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No me dejaste ir

Cuando me venga la vida
a pedir que le cuente
le hablaré de ti,
de lo que no pudo ser,
de lo que no recibí,
de que te marchaste
sin dejarme ir..

Todo fue un sueño,
breve, intenso, roto,
con ganas, salpicado
de sorpresas, de candor
y de pena solo.

Y sin dejarme ir…

Lucimos
como dos enamorados
en el comienzo del día,
cuando el alba sonríe presta
a lo que no llevamos puesto.

Tuvimos mucho
que compartir,
para ser, por exprimir,
para entregar, por rozar de nuevo,
para querer, por vivir.

Y sin dejarme ir.

Aprendimos a estar
donde decidimos ir,
aunque tú te marchaste,
como sabes, sin mí.

No me dejaste ir…

No salieron las cosas
como deseábamos.
Lo curioso de la existencia
es que todo es lo que es,
sin más explicaciones.
Al final todo irá bien…

Pese a que no me dejaste ir.

 

A aprender nos hemos comprometido

con una sabia lección

sobre este veneno que es el amor

finalmente no correspondido

por las circunstancias de un error.

 

Nos cruzamos como estrellas fugaces

que apenas se ven

y se despiden en este revés.

 

No nos dejaron ir,

como tampoco me dejaste tú ir.

 

Así que me toca de menos echarte,

padecer, sufrir,

tenerte y no tenerte,

sin que nos dejemos ir.

 

No me queda otra.

Cuando me venga la vida
a pedir cuentas
le hablaré de ti,
de lo que no pudo ser,
de lo que no recibí,
de que te marchaste
sin dejarme ir…

 

Juan Tomás Frutos.


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