En los valores, la diferencia

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La vida es lo que buscamos de ella, lo que advertimos, lo que compartimos, lo que nos permite entender un poco, quizá cada día más, cuanto acontece. No es sencillo, pero tampoco es dificultoso, dar con las claves de la consecución de un cierto grado de felicidad. Hemos de procurar, en lo posible, no acaparar más de lo que precisamos para seguir nuestro camino en paz. También es importante que estemos en alerta y persigamos el itinerario soñado, el que nos puede dar fundamentos para seguir adelante “con bien”, como decían nuestros ancestros.

Con esta perspectiva emprendemos un nuevo viaje, que trata de endulzar nuestra relación con la filosofía práctica en general y con el arte en particular, apostando para que ideales consagrados y otros menos conocidos nos oferten lo mejor de sí mismos. Ésa es la meta y, antes que eso, la senda.

Lo tenemos claro. Hemos de calzarnos un par de sandalias y tratar de pescar en el lecho adecuado, fermentando el rumbo que nos equilibra y nos da calma. No cercenemos, pues, los peldaños que nos invitan a subir lentamente, arribando lejos. Todo es cuestión de tiempo, de paciencia, y de una determinada cantidad de amor a cuanto protagonizamos. Con ese afán laboramos.

El sacrificio, la entrega, los óptimos hábitos, la moderación en nuestros planes nos distraen poco y nos alimentan mucho. Por eso nos satisfizo tanto la versión anterior, que tomaremos de ejemplo, y por ello seguimos sin cesar. Nos hemos armado de coraje y de dosis de un oficio placentero. En  este perfil nos movemos: hemos de tantear y de conocer lo que es bastante, sin gritar, sin hacer aspavientos, oxigenando las células y las neuronas para progresar convenientemente.

En estos objetivos hemos de insistir cotidianamente, sin mirar al de al lado, que puede ir más deprisa o más despacio. Su movimiento no nos hace mejores, ni peores tampoco. Lo que queremos es ser felices, y que ustedes también lo sean. Aclamemos las aspiraciones astutas con una imaginación que nos dé un leal poder sobre nosotros mismos, aderezado de cariño por cuanto desarrollamos. Esa estima se nota siempre en los resultados.

Hemos pasado a una nueva etapa, dicho sea en una interpretación de progreso. Ya estamos en un flamante proyecto repleto de sugerencias, de estancias, de búsquedas, de conquistas y de firmes promesas por unas razones en las que creemos, siempre conformadas por valores y con la finalidad de un apoyo altruista mutuo. Brindamos juventud y experiencia, novedad y tradición, querencia y deseos, cariño y sentimientos variados… Todo se ha de ver conformado, además, por unas diferencias que nos puedan convertir en imprescindibles. De nosotros depende.

Juan TOMÁS FRUTOS.


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