Sus miradas se cruzaron cuando salían del ascensor y ella sintió que le desnudo el alma. Nada obvio pero intenso. Ya habían coincidido antes pero no de esa forma. En ese momento ella se detuvo. Él tan perspicaz se volteó a verla y entre un juego de miradas entraron juntos a su apartamento. Había silencio, pero no era incómodo. Sus miradas estaban conectadas. No hacían falta palabras. Ellas lo decían todo con tan sincera intensidad.
Él tomo su rostro y se acercó, y ella se aferró a las manos de él. Sus labios se juntaron y sus lenguas húmedas se entrelazaron en el más delicioso, jugoso y erótico beso. Sus respiraciones se hicieron más rápidas. Él dejó caer su mano sobre uno de sus pechos y a ella eso le encantó. Posó su mano sobre la de él como invitándolo a explorar. Deslizó sus dedos bajo la blusa de ella y encontró su pezón firme y erizado. Lo masajeo con su pulgar friccionándolo con sus dedos de la forma más exquisita, mientras le besaba el cuello. Ella se erizó por completo. Ya no solo su pezón estaba erizado. Se maravilló de no haber usado sujetador esa mañana.
De repente fue sintiendo como se humedecía su entrepierna. Tomó la otra mano de él y la deslizó dentro de sus jeans hacía su vagina húmeda y palpitante de placer. Él se excito aún más al sentirla tan mojada susurrándole al oído:
—Que rica estas.
—Siii — respondió ella entre gemidos.
Inmediatamente su mano salto al pantalón de él y con tal agilidad se lo zafó, y de manera intensa tomó su pene sintiéndolo húmedo y firme como una roca..
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