Antoine Maupasant podia considerarse afortunado.Tenia el puesto mas importante en el mercado que todos los domingos se montaba frente a Notre Dame.Sus quesos eran conocidos en toda Francia y le habian convertido en un burgues acomodado al frente de un negocio prometedor.Sin embargo en el fondo se sentia profundamente desgraciado.Nunca habia conocido mujer en el sentido profundo de la expresion.Ninguna a la que habia rondado en el pasado le habia mostrado el menor interes alguna vez.Y por supuesto no existia mujer en toda Francia que pudiera sentir la mas minima atraccion por el.Siendo realista, habia que achacarlo a su muy poco agraciado fisico , adornado por una nariz prominente, una calvicie contumaz y un ojo estrávico.Cada Domingo observaba desilusionado los ojos de las bellas mujeres que se acercaban a su puesto, ojos llenos de indiferencia cuando se posaban en su persona.En ocasiones en su perseverancia solo habia conseguido ser "buen amigo" de alguna viuda.Nada peor cuando encima Antoine era de tendencia enamoradiza.
-Me enamoro de todas y que poco pido a cambio. -decia.
Tampoco ayudaba el hecho de ser un timido declarado y de verbo torpe e inoportuno para los comentarios.Todo ello junto le hacia sentir profundamente desgraciado.Otro en su situacion tal vez simplemente habria mirado el lado positivo de su vida: su dinero.Habria pagado alguna mujer de mal vivir para satisfacer sus impulsos biologicos (impulsos que todos tenemos) y haria de su soledad una bandera, un modo de vida digno y moderno.Sin embargo en la naturaleza de Antoine se escondia un romantico empedernido, un hombre que en el mas profundo rincon de su habitacion escribia poemas de singular belleza,al menos para el, ya que jamas se los leyo a otra persona que no fuera el mismo.
Dios habia sido terrible injusto con el, dandole todo salvo lo que mas queria: el amor. Y cada Domingo por la mañana tenia que luchar con otra terrible vision: Marie. ¿Acaso podia existir mujer mas bella en el mundo? ¿que digo el Mundo? En el Universo.. Marie Depuis era la mujer de su vecino de puesto Pere Montseny, un catalan que habia cruzado los Pirineos y se habia establecido en Paris con un puesto de butifarras. Marie era tan bella como el firmamento de una noche de verano.Desde la penumbra de su puestecillo Antoine la observaba obsesivamente, yendo de aqui para alla, contoneandose, con sus bellos ojos negros seduciendo a quien se atrevia cruzarse con ellos. Lo más aberrante para Antoine era como Pere, un avaro hombre de negocios, no idolatraba a su mujer, no se arrodillaba ante ella y la admiraba como a una diosa griega de los tiempos antiguos, sino que la trataba como a una gata caprichosa que solo hacia estorbar.Marie siempre paraba en el puesto de frutas de Jean Petit.Jean Petit no era un hombre especialmente atractivo, sin embargo desprendia un carisma que le hacia brillar como el sol.Su puesto estaba siempre lleno de mujeres.El era un autentico maestro en el arte de la seduccion y con aladas palabras tejia alrededor de las señoras un juego de dobles sentidos y equivocos que provocaba la risa nerviosa de las damas de Paris y el aletear coqueto de las pestañas mas maquilladas de Francia.
Antoine soñaba con Marie, y dejaba volar su imaginacion en los atrevidos poemas que la escribia, donde ensalzaba cada centimetro de su cuerpo, donde encumbraba su gracia a lo mas alto del Olimpo de la belleza.Pero cada dia se sentia mas triste, cada dia mas desgraciado.Llego incluso a pensar en irse de alli para no verla.Su sola presencia era como una daga en el corazon.Y su indiferencia el peor de los tormentos.
Penso en pedirle consejo a Jean pero entendio que su desparpajo seductor es algo con lo que se nace, y el no habia nacido con aquel don.Ademas le odiaba profundamente, porque Marie bebia los vientos por aquel refinado frutero.
Una mañana gris de Domingo Antoine rumiaba estos negros pensamientos sin darse cuenta que una anciana embozada en trapos harapientos se habia parado delante de su puesto.Cuando se percato de la presencia Antoine la echo de malos modos.
-Larguese de aqui vieja -le dijo.
Ella , mostrando un puño huesudo y amenazante le respondio:
-Pobre iluso.Seras un desgraciado toda tu vida. He observado como la miras..
De un impulso Antoine se cobijo en la penumbra asustado.
-Le he dicho que se vaya.Me esta ahuyentando la clientela..
La vieja escupio desdeñosa.
-No me desprecies miserable tendero.¿Quieres seguir asi toda tu vida?.El camino que llevas conduce a la mas negra de las amarguras.
Tu corazon se pudrira como una manzana..
Antoine dio un golpe en el mostrador amenazador:
-¿Que quieres de mi bruja?
Una risa quejumbrosa como los goznes oxidados de una vieja puerta surgio de la anciana desdentada.
-Quiero hacer negocios.¿Acaso no eres un comerciante?
Murmuro la vieja algo entre dientes y despues añadio:
-Dame la mitad de tu dinero y te dare lo que mas quieres.
-¿Estas chiflada?
-¿La quieres o no?
-¿A quien?
-A ella imbecil.A Marie.Te doy mi palabra de que sera tuya.
Alargando un brazo Antoine cogio por el esqueletico brazo a la siniestra figura.
-No juegues conmigo - le amenazo el tendero temblandole la voz.
Con una mueca llena de sarcasmo la anciana se libero de la garra de Antoine.
-Te daré un poco de mi pocion.La probaras y veras que funciona, entonces cerraremos el trato.
De debajo de la manga harapienta la abuela saco una pequeña ampolla de cristal y se la puso en la mano al otro.Le cerro el puño con sus huesudas manos.
-Ahora bebelo. El proximo Domingo volvere y hablaremos. - y la vieja desaparecio entre el gentio.
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