Nos enganchamos
con las emociones más sinceras.
Nos degustamos.
Preguntamos
por el futuro,
y vemos que andamos por él
con la genialidad
de lo más sencillo.
Nos vale ese espacio
que nos coloca
donde hay sentido y amor.
Nos quedamos
en el punto ideal.
Somos un equipo simbiótico.
Hay potencialidad.
Nos hacemos llegar
los más altos sentimientos.
Nos obedecemos
sin más compromiso
que el cariño que profesamos
con absoluta sinceridad.
Nos acabamos de ver
en los inicios
y en los finales de una era
creada por y para nosotros.
Superamos los hechos,
y, más que eso, los obstáculos.
Nos identificamos.
Nos sabemos mutuamente.
Parlamos.
Vamos a divisarnos pronto,
o eso pensamos.
Nos motivamos con la idea.
Estamos locos de atar,
de estima, de preferencias
que nos sugieren qué hacer
de aquí al final de la historia.
Nos cuidamos.
Hemos desenterrado los corazones,
y ya estamos vivos,
más vivos que nunca.
Es, reitero, el amor:
tenemos un refugio perfecto.
Juan Tomás Frutos.
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