Lo que comenzó como una idea de explotación de recursos y posicionamiento geopolítico en la mente exprimida por el peso de un tupé amarillo ha ido ganando peso a lo largo de los últimos días y el globo.
Al principio los ecologistas se manifestaron reacios a que se pudiera conceder uno de los últimos reservorios de hielo del planeta a quienes más hacían por su fusión, pero algunos científicos habrían ayudado a convencerlos de que los equilibrios térmicos del planeta podrían restaurarse bastante si se concentraba el problema en la mayor isla del norte.
Y es que las personas de bien de la mayoría de los países afectados por regímenes capitalistas han decidido sumarse a la iniciativa de que Donal Trump pueda adquirir Groenlandia y están participando con un crowdfunding con la condición de que se marchen a vivir allí desde todos los dirigentes mundiales simpatizantes del liberalismo sin intervenciones del estado, no keynesiano, hasta los de ultraderecha.
-Esto no es como cuando un facha te exhorta a vivir en Cuba o Venezuela- comenta desde el exilio un joven que se encadenó a un árbol centenario que iban a talar porque al principio decoraba un campo de golf, pero acabó siendo un estorbo porque le fastidiaba el par a un marqués- Tú puedes ir a conocer la realidad de esos países estrangulados por las economías de su entorno, pero no tienes por qué dejar tu casa y tu familia por ser socialista para irte a vivir bajo ese ahogo, que en el fondo es lo que desea el que te envía, un cómplice del yugo sobre aquellas fronteras y sobre estas. Nosotros los enviamos con todos los medios con los que se valen para vivir en las tierras de las que son autóctonos sobre una alfombra de cráneos con bolsillos vacíos. Podrán viajar con ellos constructores de medio pelo, sostenidos por bancos hiperespeculadores y miles de trabajadores de derechas que movidos, en unas condiciones laborales pésimas, por la promesa de que con un gobierno que defienda un mejor reparto de la riqueza vivirían peor, podrán levantar ciudades tan emblemáticas como Nueva Nueva York, Nueva Benidorm o Nuevo Río de Janeiro (ahora con menos río y más carnaval).
Muchos agricultores españoles no ven con malos ojos deshacer las ingenierías fiscales por las que han ido adquiriendo latifundios y rehipotecarlos de cara a trasladarse allí ante la amenaza de la langosta africana, pese a lo difícil de facturar un tractor con Raynair.
Está por ver si la nueva tierra mantiene el nombre. Se ha sugerido añadir alguna coletilla del tipo “no es país para viejos”, insinuando la falta de medios con los que se encontrarían las clases menos pudientes llegado el momento del retiro de la vida productiva y la desprotección que les supondría el libérrimo mercado, pero se ha desechado enseguida porque alguien lo relacionó con una cinta protagonizada por Bardem, que es rojo.
En este sentido, en el de los colores, se ha manifestado que, aunque no se vaya a dejar entrar a gente de diferentes etnias, complicando el sustento del fundamentalismo de generar un enemigo de diferente aspecto para distraer de la diferencia de clase, la población inuit podrá hacerse pasar bien por los comunistas chinos y los rusos más orientales.
https://relatosistema.wordpress.com/2020/07/11/groenlandia/
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