Él Trabaja y trabaja y nunca tiene dinero para comer sano, pero tiene dinero para masitas, pizza, chocolate, caramelos, cerveza, fernet. No da más con los problemas de su obesidad y por alimentarse así vive medicado.
Él se queja del dinero, todo el tiempo y la familia tiene que aguantarlo. Su situación financiera es consecuencia de sus decisiones: la decisión de no saber cuanto paga los servicios, la decisión de no llevar un control de los gastos. La decisión de no invertir, la decisión de no practicar el minimalismo.
Y no está mal, que aprenda de sus errores. Lo malo es que se compra lo que él quiere cuando quiere. Si de él depende la economía familiar no se tiene en cuenta las necesidades de los demás porque todas las decisiones son unánimes, egoístas.
Él le da demasiada importancia al dinero. Por eso las discusiones por el mismo son frecuentes. Él permite que el dinero divida la familia y lo considera normal.
Él no enseña a sus hijos a entender cómo funciona el dinero, el enseña todas las cosas que sus hijos no tienen que hacer con el dinero.
Él recibió ayuda de sus hijos para organizar las finanzas familiares, pero como siempre, él se las sabe todas y no escucha a los demás. Y sus decisiones individualistas son las que prevalecen ante una inexistente unidad familiar. Los demás miembros no participan de las decisiones y lo que el decide de forma individual, después trae consecuencias y discusiones.
Él está enfermo, pero no considera la obesidad una enfermedad, por eso siempre se excede. Su hijo también es obeso, pero él se cuida y merece apoyo familiar.
Él no le importa desayunar o no, pero no es justo que le imponga eso a quienes si les importa desayunar bien.
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