Me utiliza, pero me gusta... (parte 5)

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Hoy es domingo, fue el martes en la noche que Paola estuvo en mi habitación, y que disfrutamos el arte del cunnilingus. Luego de eso, la he visto varias veces llegar e irse de la planta, pero no poseo autorización de acceso por seguridad e higiene a esa parte, así que he debido observarla desde lejos. Al jefe de la planta con el que coordino mi trabajo, no le tengo suficiente confianza cómo para preguntar por ella, y la única vez que la vi a través de la ventana, simulé no conocerla y al comentar "que guapa aquella muchacha", la rápida y seca respuesta fue: "sí, muy guapa, pero un imán de problemas".

En el hostal al preguntar por la "mujer guapa que vi por ahí", me dijeron: "parece Ud. habla de la sobrina del dueño de la planta, pero ella nunca viene por acá, debe haberla visto por allí, o en el pueblo, pero aquí no", y tal comentario me dejó bastante intrigado. Repito, era domingo, 6 pm, cené y me retiré a mi habitación. Me quité la t-shirt, retiré el seguro de la puerta, encendí la TV, y copa de vino en mano, me tendí en la cama a sorber y mirar deportes. De más está decir, que en realidad lo que yo estaba esperando que sucediera, era "verla entrar". Terminé el vino y me dormí.

Dormí casi 3 horas. El reloj marcaba las 10, cuando el sonido de la puerta y el apagado de la lámpara de la habitación me despertó. Con la luz de la TV de fondo vi la silueta de Paola acercarse a mí, y susurrar a mi oído: "vengo a pasar la noche contigo". Se arrojó en mis brazos y besó mis labios de forma sensual. Devoró a besos mi cara, mi cuello, mis orejas. Besándonos, damos vueltas abrazados en la cama. Nos desnudamos y acariciamos. Tocó sus pezones. Su cuerpo yace boca arriba. Recorro con las yemas de mis dedos toda su piel. Acaricio sus pies, sus tobillos, rodillas y muslos. Subo, por la suave y bien depilada piel de sus piernas, lo que ayuda a mis manos a deslizarse sobre toda ella.

Paola se retuerce suavemente, lo disfruta. Acaricio sus muslos, sus caderas. Paso mis dedos sobre su vulva, sin entrar. Subo mis manos por su estómago, toco su ombligo. Con mi cuerpo a horcajadas sobre el suyo, rozo la entrada de su vagina con mi pene, pero sin penetrarla. Mis manos moldean sus pechos. Mis dedos y mi lengua juegan con sus pezones. Mi boca saborea su piel. Ambos excitados al máximo. Siento sus piernas abrirse espacio bajo mi cuerpo. Alza también sus manos, como rindiéndose a mí. Susurra: "haz lo que quieras conmigo, esta noche soy tuya, quiero que me goces y que goces tú". Inmediatamente susurro: "me gustaría atarte", y ella asiente, "hazlo" dice. Busco con que amarrarla, la volteo boca abajo, su cara contra las almohadas. La ato de sus muñecas al respaldo superior de la cama. Amarro sus tobillos a los soportes inferiores.

Con un pañuelo la amordazo. La tomo por sorpresa, se nota un poco nerviosa, eso no lo esperaba. Trata de gesticular algo, pero no se le entiende. Coloco bajo sus caderas un almohadón, que hace que su culo quede elevado y sus nalgas luzcan mas grandes y voluminosas. Exquisita, sensual, luce Paola, atada, sometida e indefensa, genera gran excitación en mi, casi incontrolable. Intenta hablar, no puede, me excita mas.

Yo colocado entre sus piernas por detrás, ella boca abajo, trata de liberarse de las ataduras. La mordaza la ha desconcertado, no se entienden sus palabras. Mi pene roza la entrada de su vagina. Tomo sus caderas, la acerco a mí, ella sabe bien lo que pasará. Intenta gritar, no puede. Se resiste, trata de evitar que entre en su cuerpo, pero sin éxito. Hundo mi pene hasta el fondo en su vagina, completo, con fuerza, todo, entero. Mi bajo vientre choca contra sus nalgas. Ella emite gritos ahogados. Parece resistirse, como si no deseara que la penetrara. Intenta gritar sin éxito, el juego se vuelve frenético, duro, intenso, un estira y encoge. Trata de desatarse, lucha, mueve piernas, brazos, cintura y caderas, pero lo único que logra es hacer más excitante la situación. Continuo con el movimiento de entrada/salida, largo, fuerte, profundo, duro. Nunca antes lo había hecho así. ¿Por qué atarla? No sé. Pero tampoco nunca antes lo había disfrutado tanto. Es algo nuevo para ambos, y para mí, la emoción, excitación y el placer sexual son inmensos. Ella también parece gozarlo, y la resistencia es parte del juego. Su orgasmo es inevitable.

Los movimientos del cuerpo, y los sonidos que salen de la boca de Paola solo logran excitarme más. Continúo dentro de ella, mi pene hasta el fondo, entra y sale, mi cuerpo sobre el suyo y se la empujo duro. Susurro en su oído: "así querías que gozara, así querías gozar, sigo siendo tuyo, o ahora tú eres mía?". No se entiende su respuesta, la mordaza no le permite hablar claro, pero a pesar de su lucha, si se nota que está muy a gusto, el placer, el sexo, sí, lo está gozando y disfrutando.

Ella está teniendo otro orgasmo, su tercero seguido, por lo que decido no contenerme yo más. Eyaculo, lleno de semen su canal vaginal. Paola no se mueve, deja de pelear, por un momento no se resiste, y más bien inmóvil siente mi descarga. Gime gozando su orgasmo y sintiendo mi eyaculación. Al finalizar, me retiro de encima de ella, para mirar a aquella imponente mujer totalmente a mi merced, atada y amordazada. Ella sube sus caderas para facilitar el recorrido por sus muslos, del semen saliendo de su vagina. Le quito la mordaza, de inmediato vocifera: "eres un hijo de puta, pero he gozado como nunca. Lo he disfrutado montones". Libero, sus pies, desato sus manos. Me abraza, se aferra a mi cuerpo, y solo deja de besarme, para dirigirse a la ducha. Regresa envuelta en una toalla. Voy yo a la ducha. Al regresar, Paola agotada ya duerme. Me acuesto a su lado, la abrazo, mis manos en sus pechos, y dormimos así hasta que amanece.

¿Qué pasará más tarde?... ¿Mañana?... Ya veremos...

 


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