Ex francotirador ex combatiente ex Marine ex soldado Esa era su verdadera historia reciente, y en su cabeza, como un bucle, rumiaba cronológicamente su trayectoria por el ejército de EE.UU.
Incluso, cuando trabajaba de camarero los fines de semana en el local de Molers, al ver entrar a los soldados a beber alcohol hasta casi reventar, sus recuerdos más oscuros volvían a invadirle.
La noche antes del 4 de Julio, sobre las once, entraron al local varios cabezas rapadas, como llamaba su grupo de Irak a los nuevos incorporados.
El más alto, con su voz atronadora y golpeando el filo de la barra, requería su dosis dechupitos con cerveza. Estaba acostumbrado a lidiar con ellos a pesar de que, en su fuero interno, a veces tuviera la irrefrenable necesidad de escachar sus desnudas cabezas contra la barra.
-Por favor no golpeé la barra, ya le escucho perfectamente- dijo tranquilo, el ex Marine sirviendo la primera tanta de submarinos.
-Cállate y sirve otra ronda para mi grupo. Mañana partimos para Afganistán y lo estamos celebrando-. La acritud en su tono de voz, no le produjo más enfado que en otras tantas ocasiones, pero si advirtió que una última noche es siempre una última noche, he intentó no echar más leña al fuego.
-A partir de mañana, nuestros ojos serán muy valiosos, e importarán como el oro para un prestamista-
En eso tenía razón, mientras fueses útil e hicieras tú trabajo, todo te sonreía. Lo que estaba seguro que ninguno de sus instructores le había explicado, era que el 97 % de los que desempeñan dicha labor para la Fuerzas Armadas, terminan tocados.
Las largas horas de exposición ante el área visual de la mirilla de su rifle Black Eagle M-6, la incertidumbre de la espera de órdenes, que finalmente terminaban por hacer perder los objetivos tan estrechamente vigilados, la impotencia por tener que sacrificar a inocentes que obstaculizaban un Full (o miembro radical), cuya muerte prevalecía antes que la de cualquier persona o cosa. Seguro que esa información no está en el manual de entrenamiento de un francotirador del ejército Norteamericano.
Tras unos minutos en los que fardaban a viva voz, molestando incluso al resto de clientes, se acercó al más alto, quien parecía el cabecilla.
-Chaval, córtate un poco. Estas molestando a los clientes- le dijo, intentando recoger los números vasos sobre la mesa.
-Vete a la mierda, y pon otra ronda- dijo señalando el centro de la mesa eh, peludo, otra para mi comando-, dijo, alzando su peculiar voz y riendo descontrolado.
Los dos dedos que le golpearon la garganta a la altura de la nuez, no los noto como el agudo dolor posterior.
Intentando recuperar el aliento, se revolvía en su asiento, mirando la extraña expresión de sus boquiabiertos compañeros.
Cuando todos parecieron prestarle su máxima atención, incluso el resto de clientes, se dirigió al grupo para decirles.
-Tomad nota de lo siguiente si queréis tener una vida cuando dejéis el ejército.
Aunque vuestros auriculares hiervan con las órdenes de vuestros mandos, aunque parezca que el mundo se va a acabar si no aprietas el gatillo, aunque incluso a ti te parezca lo correcto en ese instante.
.No dispares contra mujeres y niños . Ellos no son parte de la guerra por más que te lo griten por el auricular. Te lo dice un ex francotirador que no duerme desde entonces .
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