Quiéreme y perdóname,
deseo poner mi corazón infinito en tu mano.
Hija, madre y abuela, llevaron el mismo nombre, y por apellido Valle, con el corazón cualquiera puede, diferentes entre ellas, así son. Apellido de paisaje, nombre de espectáculo celestial.
Cono sur y luz azul del mar intenso y tu mirar cariñoso, mi sueño estar para siempre, mi alegre despertar sin igual, contigo. Mi suelo eterno, mi piso, mi sello de alarma y mi trauma. Tu canción, mi frustración, la noche y saber que no, no pude decir: no creo, pero quiero quererte, todo fue mal en mí pero “te quiero”, caigo en ello, caigo en depresiones que supero, salen gritos de mi alma que se apagan con el agua del riachuelo, pido levemente por mi vida que, pobre por ti está entonces.
No sé si fallé o no, o sí. No sé que será del todo, o no, o sí, pero deseo volar como un ave porque lo naranja sea inexistente, irme lejos. O sí, regresar sí que sí. Ayúdenme, desespero que no deseo tener, resistir, no doy, no, no. Pronto, holocausto de miradas, infinito dolor de saber que debo perder la esperanza que me tocaba, esos ojazos de menta que me llenaban y mecían. Corazón infinito que deseo poner en tu mano para que lo aprietes y sea luz verdadera, pero sobretodo, quiéreme y perdóname.
Comentarios
COMENTAR
¿Te ha gustado?. Compártelo en las redes sociales