La chica del bar I

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Soy camarero desde hace bastante tiempo, he trabajado en montones de locales tanto buenos como malos, pero ahora he recalado en un bar de estilo irlandés con buena música y buen ambiente y estoy bastante contento y a gusto. Suelo trabajar sólo, el local no es excesivamente grande y el servicio es rápido.

Una noche, estando el bar bastante tranquilo, entraron dos personas, un chico y una chica. Ella era bajita, llevaba el pelo largo y gafas, debía tener unos 20 años, pero tenía cara de niña, era muy linda, aunque no fue su cara lo que me embelesó. Se sentó de espaldas a la barra, que era donde yo me encontraba y vi que tenía un culo respingón que le hacía una figura de infarto, además llevaba un pantalón oscuro de vinilo que lo envolvía perfectamente.

Me acerqué a tomarles nota, les serví y volví a mis quehaceres tras la barra. Huelga decir que cada poco echaba una ojeada hacia ese monumento en forma de glúteos y es que me tenía hipnotizado.

Ese día había muy poca gente y la pareja se encontraba sin nadie alrededor. Ella me daba la espalda y él estaba frente a ella y detrás tenía un espejo que ocupaba gran parte de la pared.

Me encontraba admirando ese culito mientras secaba unos vasos cuando la chica de repente se llevó la mano al bolsillo de atrás del pantalón. Eso me hizo reaccionar y desviar la mirada. ¿Me habría visto? Pensé que quizás en el espejo había visto como la miraba, pero ahora estaba hablando con su acompañante y lo miraba a él, así que no tuve ninguna pista e intenté disimular limpiando y ordenando botellas y vajilla.

Unos minutos después llegué con la bandeja llena de vasos vacíos y, mientras los metía en el lavavajillas vi como la chica en cuestión metía un par de dedos por dentro del pantalón con disimulo y los volvía a sacar y con ellos la goma de un tanga quedó al descubierto saliendo por el pantalón.

Yo, en un estado de paranoia creciente, creía que quizás podría haberlo hecho a propósito. Así que miré al espejo a ver si veía algo en su rostro que lo confirmase pero, como la vez anterior, ella charlaba con su amigo mirándole a los ojos. Sacudí la cabeza para quitarme el aturdimiento, se me estaba yendo un poco. Pero, al momento en que volvía a mis obligaciones, ella se echó para atrás en la silla quedándose pegado el pantalón a ella con lo que se le bajó un poco dejando ver, ahora sí, el triángulo del tanga que llevaba.

Mi corazón latía desbocado y mi polla palpitaba en su prisión de tela. Ahora tenía clara una cosa, ella me había visto mirándola y jugaba conmigo. La verdad es que me había quedado perplejo, no sabía cómo reaccionar a nada de lo que estaba ocurriendo. El chico con el que estaba parecía ajeno a todo lo que acontecía y se levantó para ir al servicio. Ella se volvió a echar para adelante ocultando lo que había dejado a la vista y yo me puse más nervioso aún ¿Y si me decía algo? Mi miedo cayó en el olvido cuando no se giró ni miró al espejo, lo que hizo fue sacar un boli del bolso y anotar algo en una servilleta, luego elevó la cabeza y me vio en el espejo, no hizo ningún gesto, apartó la mirada y guardó el boli en el bolso y la servilleta en un bolsillo.

Al volver su acompañante escuché como le preguntaba "¿Nos vamos?" Y ella le contestó que sí, que fuese saliendo mientras cogía sus cosas. El chico salió, ella se puso su chaqueta, que estaba en el banco donde se había sentado él, cogió su bolso y se fue también. Al poco me acerqué a recoger su mesa y vi una servilleta bajo uno de los vasos que tenía algo escrito, un número de teléfono.

 Me quedé de piedra al verlo, miré hacia afuera pero ya se habían marchado, luego miré a todos lados por puro nerviosismo. Volví detrás de la barra, cogí mi móvil, guardé el número y me guardé la servilleta en el bolsillo no sé muy bien por qué. El resto de la noche la pasé nervioso y acelerado.

Dos días después le escribí un mensaje, no quería parecer muy ansioso o desesperado y por eso había esperado, la saludé y le dije que era el camarero de aquel bar. Luego me puse a esperar su respuesta tumbado en cama, era mi día libre y no tenía nada que hacer. Tardó una media hora en responder, yo estaba impaciente y muy nervioso. Para aumentar mi nerviosismo lo que llegó no fue un mensaje sino una imagen, una foto de ese culo que yo tanto idolatraba llevando un tanga. Ya había imaginado su perfección, pero al verlo claramente ahora pude comprobar que mi imaginación se había quedado corta. Como queriendo darme tiempo para asimilar lo que acababa de ver, esperó un poco para mandar un mensaje en el que decía "creo que te gusta esto ¿no?". Yo le contesté enseguida que sí, que era perfecto y precioso, luego me preguntó que qué días trabajaba, le dije los que no pues era más corto y ahí se acabó la conversación. Estuve esperando impaciente a que me contestase, pero no lo hizo, así que, decepcionado y un poco dolido me fui a dar una vuelta para despejarme un poco.

Pasaron otros dos días, volvía a estar trabajando cuando la pareja volvió a aparecer. Se sentaron en una mesa distinta pero igualmente enfrentada a la barra, otra vez ella me daba la espalda y él apoyaba la suya en el espejo. No habíamos vuelto a hablar desde el breve interrogatorio de hacía dos días y me había quedado muy sorprendido al verla aparecer. Fui a su mesa, saludé y me pidieron cada uno lo que quería, ella no me dijo nada más ni me miró más tiempo del necesario así que actué como si no hubiera pasado nunca nada y les serví y seguí con mi trabajo.

Esta vez sí había gente cerca de ellos, yo estaba expectante ante la situación, aunque un poco decepcionado por no haber tenido más noticias suyas. Esa noche la chica llevaba una minifalda oscura que le colgaba tras la silla y encima una camisa ceñida blanca. Tras quince minutos los de la mesa de al lado se fueron y se quedaron solos ellos dos en esa parte del bar. Cuando vio que la miraba alargó la mano hasta agarrar la minifalda que colgaba tras la silla y la levantó hasta dejar al descubierto un tanga rosa de encaje.

 La mesa en la que estaban era alta lo que bloqueaba a su acompañante la visión de lo que ella hacía. Yo agradecí estar detrás de la barra porque mi entrepierna fue más rápida que mi mente al reaccionar. Conseguí sobreponerme con mucho esfuerzo, ella había dejado la falda sujeta a la goma del tanga por lo que tenía el culo completamente al aire ¡y vaya culo!

Fue pasando el tiempo y yo me encontraba más eufórico a cada segundo que pasaba.


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