Lo había decidido, no era luna nueva, no era Beltane, iba a ser su noche, no pasaba nada especial en el universo y, a la vez, lo pasaba todo, ella había decidido ser la especial, ella había decidido ser la que se quitara la mascara y pasar a ser ella misma.
Ella había decidido dejar de dudar, de si misma y de su camino, ella decidió que era el momento de dejar de dar excusas, ella se centró en ella y en sus deseos y en el mundo que quería crear y lo hizo.
Ella decidió que esa noche tendría una cita con el astado. El astado era esa fuerza divina masculina que había estado rechazando, por que una vez fue poseída, sin estar iniciada, no entendió.
Ella ahora entiende, ella ahora esta iniciada, ella sabe, que el astado forma parte de la naturaleza y del universo y que lo ha aceptado, su corazón y su energía lo han aceptado, es momento de realizar el compromiso final, es el momento de aceptarlo en su cuerpo.
Por que, aceptarlo en su cuerpo significa aceptar la union, que todos somos uno. Es el ejercicio final, de aceptación, de rendirse a la realidad del momento.
Todos somos uno y en ese ser uno, es donde esta nuestro poder, nuestra divinidad, y es la razón de que fluyamos, cuando aceptamos que todos somos uno, igual de importantes, igual de válidos.
Así pues, esa noche, se miró en el espejo, ya no solo veía el cuerpo, ahora se veía completa. Ella veía su dualidad humana - divina y decidió que era momento de celebrarse, de sanar lo que tenia que ser sanado y dejar pasar todo lo demás.
Desechó cualquier ropa y aderezo que no fuera de celebración, y con ello las ideas, y la energía que no era de ella y que no la ensalzaba, se chequeó, se re-alineó consigo misma. Se vistió con la corona bien alta, y con sus mejores galas, para celebrar quien estaba siendo, para celebrar su propia presencia. Respiró profundo, era momento de salir al bosque, era momento de dejarse ver, era momento de ponerse la corona y de salir al mundo a celebrar.
Al salir al bosque, un rayo de luna se abrió paso entre las nubes y la bañó con su luz. El universo estaba de celebración, ella estaba siendo ella misma y nutriendo con su energía al bosque y a la vez nutriéndose de él. Empezó a andar y con cada paso estaba más segura y serena.
Un charco llamo su atención, la luna estaba vertiendo ahí toda su luz. El charco la llamaba y ella aceptó la llamada. Se asomó al charco y en el charlo se vio, bendecida todavía por la luna y a la vez rodeada y amada por la realidad, arboles y seres del bosque que la rodeaban.
Ella se maravilló con la perfección de la vision, ella y el universo contenidos en un charco, y poco a poco, el charco se expandió para contener a más y más seres, seres de este mundo y del submundo.
Ella siguió centrada en la vision, dejando que se expandiera, y al expandirse, ella misma se expandió, primero se vio conectada con su madre, con la madre de su madre y con la madre de la madre de su madre, sintió como una raíz y luego varias, salían de su cervix y se conectaban cada vez más profundo, agarrándose y nutriéndose de la energía de sus predecesoras, de sus aprendizajes, de quienes eran. Y con ello, ella se aceptó como la hija de la estirpe de estupendas mujeres que era, más fueron apareciendo, también vio a la madre de su padre, y a la madre de la madre de su padre, y todas las mujeres predecesoras de su saga aparecieron, estaban con ella, la bendecían y la alentaban a ser ella misma.
Ella decidió respirarse, sabiéndose ahora bendecida por sus antecesoras, y sabiéndose conectada a la madre tierra. Ella se aceptó, aceptó el momento perfecto y a la estirpe de antecesoras que la habían acompañado en su camino, aun no siendo ella consciente y les envío su gratitud, por su devoción y su compromiso hacia ella, hasta sin ella saberlo.
En ese momento de aceptación y de internalizacizón de la verdad, se siguió respirando y se centro otra vez en la imagen del charco, y en el charco ahora veía a sus antecesoras, ellas estaban presentes y en un segundo plano. Puesto que otra imagen empezó a aparecer, al principio parecía que la luna incidía más en una zona, vio un movimiento de energía blanca, el agua se removió inquieta.
Por un momento, ella dudó, hasta que sintió una mano conocida y amiga en el hombro, que la reconfortó, era su padre, su padre estaba sentado en su hombro, agradecido de ser visto y reconocido, y también, orgulloso de la mujer completa en la que se estaba convirtiendo su pequeña, aquella que siempre fue su favorita en su corazón, aquella que siempre fue la guerrera, por fin había aceptado su corona de astado y se estaba aceptando en su dualidad humana - divina, y con ello, les estaba aceptando a ellos, a sus ancestros. Ella se calmó, la imagen en el charco se hizo más clara otra vez, y a la vez que veía a sus ancestros femeninos, empezó a ver también a sus ancestros masculinos, estos le resultaron más desconocidos, con ellos, de forma consciente había hablado menos.
Y en ese momento, se dio cuenta, había hablado con ellos de forma consciente menos, les había negado la conexión y les había relegado a un segundo plano, por detrás de las mujeres, no les había aceptado, su energía y su conocimiento. Y esa noche, iba a conectar con el astado, así pues, primero conectó con su padre y se sintió aceptada y llena de una energía chispeante, y poco a poco fue reconociendo y aceptando también, la energía de sus ancestros masculinos. Y con ello se conecto con el padre cielo.
Ella veía muchas caras, que le eran ligeramente conocidas, le sonaban de sus sueños, y se dio cuenta, de que realmente no les había negado tanto, en sus sueños, ahí habían estado presentes también, también guiándola, ayudándola a que se aceptara.
En ese momento ella se vio en el charco, y se vio completa y dual, vio como las raíces se habían hincado en la tierra y se estaban nutriendo, mientras ramas habían salido de su tronco, y apuntaban hacia la luna, el mismo aire la nutria también. Y su cara, era femenina y masculina, era la diosa y el astado, ella se había aceptado como unidad completa en si misma y como parte de la unidad mayor. Ella había aceptado al astado en ella, y en ese momento es cuando el agua se agitó otra vez.
Ella miró al charco y en el charco ahora había una pierna semihumana, siguió la pierna y vio que pertenecía a un ejemplar de hombre sin parangón, musculado y atlético. Ella le reconoció como el astado y sonrió pensando, ya se quien soy, ahora, a celebrarlo.
Su noche seguía ahora.
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