Diario de una doncella acusada de romper un jarrón

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3 de Marzo de 1896

    Hoy la señora se ha enfadado conmigo porque el té estaba frío y me ha puesto la mejilla
colorada. Me he pasado la mañana limpiando la plata. Pasado mañana viene Don Alfredo, el
hijo de la señora. También vendrá Don Francisco, un chico muy amable y guapo.
Una vez habló conmigo y me ruboricé.

     A otra chica, María, que trabaja en la cocina, también le gusta Don Francisco y luego también está Doña Julia, la hija de la señora, que aunque no es tan guapa, es rica y eso cuenta. Es injusto. Esta tarde Pedro, el chico que se encarga del establo, me ha dicho que soy la princesa más guapa del mundo. Me he puesto roja. Don Francisco es más atractivo... Pero Pedro me quiere de verdad y eso también tiene su encanto.

4 de Marzo de 1896

    Menudo alboroto se ha formado. Alguién ha roto el jarrón de la Señora. Al principio todos
éramos sospechosos, pero Marta, la nueva, me ha acusado, dice que me vió saliendo de la
habitación.

   Ana, que es muy amiga de Marta, también  cree que fui yo la última en entrar o salir de la
habitación.

   Mienten, quiero pensar que lo hacen por temor. No lo saben con certeza, no me han visto,
nadie puede dar crédito a su burdo relato. Pedro ha salido en mi defensa, ha dicho que estaba conmigo a esa hora. También ha mentido.
La señora se ha enfadado con él y conmigo, nos quiere pegar. Pedro, valientemente, ha
cargado con las culpas, dice que él es el único responsable de un encuentro que solo
existe en su cabeza. Creo que la señora no cree nada de lo que ha contado Pedro, pero le ha tomado la palabra y le ha llevado a la habitación. Hemos oido los golpes de la vara... han sido muchos.


    Cuando ha salido, llevaba la cabeza alta, pero creo que ha llorado. No puedo ni imaginar lo que tienen que escocerle las nalgas. Ha sido demasiado impetuoso, no ha pensado.... pero se ha portado como un caballero defendiéndome. Es mi héroe. Antes de irme a cama le he visitado y le he compensado con un beso.

   Me gusta como besa.

5 de Marzo de 1896

   No es posible, la señora está convencida de que he sido yo y me ha dado un bofetón. Lo peor es que me van a pegar con la vara en el salón, enfrente de los invitados.

   Tengo miedo y me da mucha vergüenza.

   Miedo al dolor de la vara mordiendo mis nalgas. Verguënza, mucha vergüenza, a estar en cueros delante de todos, en especial de Don Francisco. Lloraré como una niña, no soy nada valiente.

   Pedro está buscando pruebas que me exculpen, estoy preocupada por él, se arriesga a que
le den otra zurra por mi culpa. Le he pedido que no lo haga, que no se exponga inútilmente.

   Llaman a la puerta, es la hora, estoy nerviosa... pero seré valiente... por Pedro... por nuestro amor...

 


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