The FuKBoy Vol. 6 Fénix Negro

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Es un nuevo día en MudaFaka City. El sol brilla y las sutiles y translúcidas nubes de radiación son atravesadas por sus rayos, dando un mágico, a la par que decadente, verdor a la ciudad. Celebrando la derrota de Pisoneitor, nuestro grupo de héroes favorito, ahora con licencia, comen, beben y la lían tranquilamente en un restaurante, que no se podría definir con una frase más acertada que: garito infecto de mierda, humeante y a punto de caerse en pedazos. Para poder permitirse una celebración a lo grande, habían viajado hasta el distrito pobre, donde al menos podrían permitirse barra libre de alcohol, o en su defecto, el psicotrópico líquido más parecido.

—No entiendo por qué continuamos viniendo a este garito de mierda —se pregunta Manolo, con la copa en alza.

—Porque es el único lugar sin ratas ni cucarachas que podemos permitirnos —le recordó HoodMan—. Al menos de momento. Y bueno, el único al que nos continúan dejando entrar.

—Me cago en la puta, claro que no hay plagas —afirmó Manolo—. Joder, que puto bicho va a querer entrar aquí habiendo cualquier otro lugar en el mundo.

—Tal vez si Demolición dejara de reventarlo todo, podríamos entrar en sitios más bonitos —le recordó el ciborg.

Ofendido, Demolición se giró y miró a HoodMan con ojos de puro odio homicida. Su mirada normal. Entonces su baso explotó. Seguidamente se apoyó en la mesa. Todos saltaron de allí como si la vida les fuera en ello. Todos excepto Fusible, quien se comió de lleno la explosión, y ni aún así se inmutó hasta que su baso de cerveza se rompió tras haberse astillado.

—Seréis cabrones… —les dijo Demolición a sus compañeros, intentando vocalizar con la cogorza—. Ya sabéis que no puedo controlar mi poder cuando bebo demás. Además, del bufet nos echaron por culpa tuya, pedazo de tocino.

Al instante, ofendido, Manolo se levantó, se sacudió el hollín de su camisa hawaiana y comenzó una brutal pelea contra aquel baquero loco. Mientras tanto, CroCrack ayudó a HoodMan a ponerse en pie.

—Y a todo esto, ¿dónde está el chico? —Vocalizó el hombre rana a la perfección.

—¿FukBoy? Se fue a buscar a su perro —le comentó el mulato calvo—. Espero que no intente meterlo en nuestro apartamento.

A kilómetro de allí. FukBoy camina tranquilamente hacia su casa.

—Espero que a HoodMan no le importe que meta a DoggyNoBrand en su apartamento —pensó.

De vuelta al garito infecto de mierda, humeante y a punto de caerse en pedazos.

—¡Me cago en la puta! ¡¿Y tú desde cuando sabes hablar?! —Le preguntó HoodMan a su compañero—. Jodido hombre rana…, no has dicho ni una palabra que no vaya impresa en tus calzoncillos en años.

Sin decir añadir nada más, CroCrack pronunció torpemente su nombre, y posó la mirada en el lugar donde el carbonizado Fusible debería de estar sentado. No obstante, el ya no estaba allí.

—Lo cierto es que no ha hablado en toda la noche —le dijo HoodMan a su compañero—. Voy a ver qué le pasa. Intenta que esos dos no revienten el garito, o la próxima vez tendremos que celebrarlo en la calle.

Hecha aquella petición a su ránido compañero, HoodMan salió afuera de aquel garito infecto de mierda, humeante y a punto de caerse en pedazos, para buscar a su otro compañero. Fusible no había ido demasiado lejos. Estaba sentado en un banco, frente al garito, aún sujetando lo que le quedaba en la mano de aquel baso roto. Ni siquiera se había tomado la molestia de quitarse de encima el hollín de la explosión. HoodMan se acercó a él, a su manera preocupado, para averiguar que es lo que le sucede.

—¿Qué pasa contigo Chispas? Te veo depresivo, ¿te ha vuelto a dejar la gorda de tu novia? —Le preguntó HoodMan a su compañero, con el poco tacto que lo caracteriza.

—… De eso hace meses tío —le confirmó el hombre eléctrico—. Y no es gorda, tan solo está entrada en carnes.

—Entrada en carnes, huesos grandes…, yo que sé. Te sacaba veinte kilos y medio metro. Veros era como ver a un insecto palo junto a un gigantesco escarabajo pelotero. Además, te trataba como el culo. Pero oye, que no te juzgo. Para gustos licores, y precisamente yo no te voy a dar lecciones de perversión.

—Estás hecho un buen cabronazo. ¿Te lo han dicho alguna vez?

—A diario. Pero aquí todos somos unos fracasados. Si no en un sentido, en otro. Por eso hacemos tan buen equipo. Puedes hablar conmigo.

—Qué remedio. Pues verás, hace años, durante una mala racha, soñé con un fénix negro. Esa criatura representaba la destrucción de todo. Durante el sueño, toda mi vida ardió. Toda la mierda en llamas, te lo juro. Incluso disfruté viendo todo arder. Menuda zorrera.  

—Joder, estás peor que Demolición.

—El caso es que para cuando paró de quemarlo todo, se posó frente a mí. Se quedó mirándome.

—Y se tiró un pedo.

—No gilipollas. El puto fénix ardió entre llamas negras. Después de un rato ardiendo, tan solo quedó un huevo tras las llamas. Entonces lo comprendí todo. Desperté sudando y comprendí que el fénix no solo simbolizaba la destrucción, sino también el renacimiento. Es lo que hacen los jodidos fénix, ¿sabes? En aquel momento rompí con todo. Empecé una nueva vida como electricista, y pasó lo que pasó.

—¿Y a que viene eso ahora?

—Desde que la gor…, bueno, desde hace un tiempo estoy pasando una mala racha. Y no dejo de pensar en el fénix negro. En aquel momento, cuando rompí con todo, la frustración desapareció. El profundo dolor que sentía, la soledad, el inmenso vacío…, todo desapareció. Tarde mucho más en llegar a ser feliz, y fue de manera momentánea. Quizás debería de volver a quemarlo todo de nuevo y empezar de cero.

En aquel momento, Manolo, CroCrack y Demolición, salieron del garito infecto de mierda, humeante y a punto de caerse en pedazos, y efectivamente, tras su salida, el garito se vino abajo.

—Se veía venir —aseguró Manolo—. ¿Y a ustedes que coño os pasa maricas?

—No seas homófobo gordo —le pidió Demolición—. Habrán salido para tener intimidad.

—Mierda, no es eso —les aseguró el ciborg—. Es que Fusible ha soñado con un fénix negro, o yo que se que mierda. El caso es que el bicho ese le quemó las penas y se sintió bien, y creo que ahora quiere quemarnos a nosotros.

—¡¿Qué?! A mi no va a quemarme nadie —Demolición posó la mirada sobre su decaído compañero—. Os reviento, vamos.

—Lo que yo os diga, han venido a besarse —dijo Manolo emulando un beso, de la manera menos erótica posible—. Un momento…, ¿lo has llamado Fusible? Esto es serio. ¿Estás pensando en dejarnos?

—Lávate la boca con jabón y sácate el tanga del culo antes de decir esas cosas —le pidió Demolición a Manolo—. Él no nos dejaría. Y cómprate unos pantalones. Necesitaremos entran en un nuevo garito, y así no ha manera.

—Jamás.

—No sé qué hacer —aseveró fusible—. Me siento muy frustrado.

CroCrack se adelantó, y posó la mirada sobre su compañero —Fusible, no todo es tan malo en tú vida —le recordó—. Tienes salud, un trabajo que te encanta y compañeros que cuidan de ti. Puedes quemar una parte de tu vida. La que te haga sentir desasosiego. Pero puedes dejar intacto el resto, lo que te llena. Huir nunca es la solución, así que disfruta de lo bueno que te ofrece la vida, y aprende de lo malo. Cerrar un ciclo es la mejor forma de quemar una etapa, y con ella todo lo que te haga sentir mal.

—¡HOSTIA PUTA! —Gritó demolición—. ¡QUE LA RANA PUEDE HABLAR!

—Joder —dijo Manolo igualmente sorprendido—. No me iré a dormir sin aprender algo nuevo.

Fusible agradeció sus palabras a CroCrack, y se puso en pie, dispuesto a dirigirse de nuevo a los escombros del garito, para continuar bebiendo.

—Un fénix negro… —mencionó HoodMan para sí—. Seguro que mi espíritu guía es un armadillo o un ornitorrinco. Me consolaré pensando que el de Manolo será una tarta.

Manolo clavó la mirada sobre su robótico compañero. —Será hijo de puta...


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