Invitamos al día
a que nos diga
lo que siente,
y nosotros, en cuanto lo sabemos,
le correspondemos como merece.
Crecemos.
Nos tendemos la mano.
Nos unimos.
Hemos aprendido que es mejor
estar juntos, no separarnos.
Nos conseguimos más fuertes.
Podemos en armonía.
Nos hacemos caso.
Nos entregamos
a las pacientes dichas
que nos ponen a prueba.
Hemos de ganar.
Nos armamos de valores
que nos identifican
como presentes en la verdad,
que se expande y ponderamos.
Hemos de seguir
por caminos divertidos.
Todo sale a pedir de boca
porque nos amamos.
Nos insistimos
con ese ímpetu afortunado
que nos distingue
en espacios de colores.
Nos metemos
en ese paraje milagroso
que ilumina
el itinerario bondadoso
que nos incluye
en un catálogo diferenciado.
Nos hemos demostrado
que somos el uno para el otro.
Nos validamos
con un abrazo eterno
y con millones de besos.
¡Y lo que queda, claro!
Juan Tomás Frutos.
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