LA DECISIÖN

LA DECISIÓN

Sentada en la cama.

Rodeando tus rodillas recubiertas por el renegrido cabello.

Mi camisa enorme en tu cuerpo a imaginarte más, me invita.

Lápiz y papel en mi regazo.

Garabateo palabras y trazo líneas.

Entre dibujarte y escribirte debaten mis ideas.

Sé que puedo recrearte de una manera única y hermosa.

Pasados unos años, la vida nuestra tal vez,

alguien reparará en una bonita mujer sentada en la cama.

Podrán imaginar vagamente tal o cual cosa.

Pero si te escribo.

Si sé contar las caricias con que has atravesado mi cuerpo.

Los certeros abrazos que evitaron mi agónico naufragio trágico.

Los besos con que has encendido mis maderos chisporroteantes de sal de mar.

Encontrar las justas palabras.

Del crisol del Instante sublime.

Del metate de almas en efímera inmortalidad.

Entonces pienso, en algunos años, la vida nuestra tal vez,

alguien leerá este poema y se sentirá profundamente atraído.

Deseoso. Celoso.

Si. Voy a dibujarte, mujer.

He decidido ahogar la resplandeciente magnanimidad del artista en mi levedad de hombre.

Proclamar tu hermosura por siempre ante todos.

En soledad.

Ante mí, reconocerte creadora del amor incondicional que nunca tuve y nunca di.