SER NIÑOS

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Buenas tardes,

                           Me voy a presentar: “Soy yo”.

Un “Yo” cualquiera. Un “Yo” corriente. Una persona de esas de las que hay millones en la faz de la tierra.

Pero hoy soy un ”Yo” de los que quieren expresar una idea vulgar y la va a plasmar en un papel. Por lo que, este “Yo” se va a diferenciar de todos los demás, únicamente,  por este mismo echo.

Toda la vida nos han dicho que tenemos que crecer, madurar, hacer las cosas de esta o de esta otra manera.

Y yo, con todos los quebraderos de cabeza que esto conlleva, pienso para mí: “¿Para qué?”

Ojalá que todas estas formalidades de la edad, fueran eso, meras formalidades.

Me gustaría que las miradas tuvieran la inocencia de un niño, sin buscar más allá de lo que buscan los ojos. Sin más excusas, sin impedimentos, sin miedos a ser descubiertos, puesto que no hay temor a las consecuencias.

Las preguntas simples. Que se entiendan a la primera, sin que tu interlocutor piense en seis o siete posibles significados más antes de darse cuenta de que realmente lo que dices….es lo que quieres decir. Sencillamente, decir lo que se quiere, cuándo y cómo se quiere, sin esperar a que haya dos o tres versiones diferentes de la que ha salido por tu boca.

Los actos nativos, típicos e inherentes al ser humano antes de ser corrompidos por una sociedad brutal y despiadada , tales como abrazos, besos o caricias dados con el más puro candor de una madre a su hijo/a y viceversa.

Sin pensar que, el que los regala, busca un más allá, una recompensa inexistente, una oferta más amplia de lo que va a obtener por lo que, sin ninguna expectativa de lucro emocional, ha regalado..

Deseos alcanzables de nuestra vida cotidiana, el regalo de una sonrisa, un “te echo de menos” aunque os volváis a ver dentro de tres horas o un simple guiño fugaz como queriendo ocultar algo que los dos sabéis de sobra.

Todos los esfuerzos para caer bien a personas que nunca te caerán bien a ti. Solo por el mero echo de que pueden ser interesantes en tu vida laboral o social. Cuando antes simplemente si no te caían bien, lo tenías arreglado con no dejarles tu balón, tu peonza o tus canicas.

Sencillamente,  crecemos y nos complicados la vida de una forma insospechada.

Parece que no, pero las cosas sencillas son las más placenteras y vamos perdiendo el candor de la niñez y reemplazándolas por acciones y pensamientos, algunas veces impuestas por la sociedad y otras veces, las que más, nos las autoimponemos por miedo. Si, por miedo.

Hace tiempo leí una frase que decía: ”Yo solo quería hacerme mayor para que no me chillaran al pisar los charcos” sin darnos cuenta, que de mayores, no querremos pisar esos mismos charcos.

Está bien crecer y hacernos adultos y actuar como tales, pero tendríamos que guardar una pequeña porción de nuestro tiempo para poder ser los niños aquellos que tenían tantas ganas de crecer.

Aquellos niños que se dibujaban bigote o se maquillaban para parecer más adultos. Aquellos niños que, con el paso del tiempo van desapareciendo y dando paso a lo que vemos cada día frente al espejo.

Sed un poco más niños, cuando vuestro adulto os lo permita.


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