Sacando a mi zorra interior (parte 4 y final)

En ese momento los dos explotaron en un orgasmo intenso, casi difícil de soportar. Ella un orgasmo anal increíble. Nuevo para ella.

Él una corrida descomunal.

El culo chorreaba, dejando caer el semen por sus nalgas (una de ellas del color de su pintalabios), llegando a la entrada de su coño, donde se juntaba con sus propios fluidos.
Poco a poco se fueron recuperando. Él sentado en su asiento, pero a ella aún la dejó en esa postura unos minutos más, observándola mientras jadeaba.

Se chupó un dedo y se lo metió en el culo para juguetear sólo un poco más antes de soltarla.

Cuando quedó satisfecho, la desató al fin y ella se incorporó.

Algo humillada pero más feliz de lo que había estado en mucho tiempo, se vistió lentamente y casi sin mirarse abandonó el coche.

Le costaba andar, por los tacones y por el dolor de culo. Al entrar en su coche se miró en el espejo. Tenía la cara llena de chorretes negros de la máscara de pestañas corrida por las lágrimas. El pintalabios emborronado alrededor de su boca. El pelo totalmente enmarañado...

Una sonrisa de oreja a oreja le sobrevino. Se sentía de lo más vulgar. Toda una zorra de campeonato. Y le encantaba.

Había sido la experiencia más excitante de su vida, y ya estaba pensando en su próxima visita al autocine.