Nota: Según el reto del blog el Tintero de oro, este relato está basado en el siguiente argumento generado por Storynator.
Una bibliotecaria que no soporta a los idiotas y un barrendero que hace un drama de todo lo que le ocurre, serán elegidos para viajar a una realidad paralela y recuperar una tecnología que les fue robada en su realidad de origen, pero una empresa armamentística se cruzará en sus caminos, en una historia detallista que habla sobre los prejuicios y la belleza interior.
* * *
–¡Esto no me puede estar pasando! Como aquella vez que derramé el café y…
–¿Es usted idiota?
–¡Oiga! No le consiento...
–¡Deje de quejarse de una maldita vez! Estúpido barrendero.
–«No juzguéis y no seréis juzgados». Lucas 6:37.
–¿Cómo dice?
–¿Acaso yo la juzgo por sus ropas grisáceas? ¿O por esa forma de moverse tan suya que le da el aspecto de un pulpo fuera del agua? A mí sólo me interesa lo que pueda ocultar en su interior.
–Me va a hacer llorar.
La apertura del portal transdimensional, un enorme vórtice morado que gira ante ellos como el ojo enorme de un hipnotizador, acalla la réplica del hombre, que al instante es absorbido, junto a su pareja, con un audible «pop».
–Por favor, Dr. Laya. Explíqueme por qué, entre tantos candidatos mucho más capacitados, el Consejo ha enviado a una bibliotecaria septuagenaria de maneras desagradables y a un barrendero de talante algo negativo a recuperar la tecnología Silentnight.
–La respuesta, amigo Ricardo, es simple y compleja a la vez.
–¿Y es…?
–Los estudios aseguran que ellos dos son los únicos capaces de estar en sintonía con la realidad paralela que hemos bautizado como Tiempo 4. Si cualquier otro de los ocho mil millones de habitantes de la Tierra cruzara el portal, desaparecería nada más asomar la nariz por el lado de allá.
–¿Me está diciendo que el futuro de ambos mundos depende de tan incompatible pareja?
–Me temo que sí.
–¡Dios bendito…!
–Alea iacta est, que dijo Julio César.
B.A.: 2.020
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