¡QUERIDA JULIA! 2

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-  Pues lo que te he dicho. Que tienes unos cabellos muy bonitos - insistió Félix.

- ¡Oleeé! gritaron todos riendo.

- Tú necesitas gafas, chico - le respondió Cristina cortante-. Mi cabello es de lo más vulgar que hay. ¿Lo oyes? Y no digas más cursiladas.

Se hizo un tenso silencio en el que a Félix la idealización que tenía de Julia Otero se empezó a desvanecer a pasos agigantados. Una cosa es lo que nos imaginamos de algo o de alguien, y otra es la ingrata realidad. Él se había portado correctamente con aquella mujer y no se merecía que lo tratase con aquel desprecio.

- Pues si a mí me tocase la Loto dejaría de trabajar y me dedicaría a viajar por el mundo - dijo una mujer del grupo morena, de cabello corto y de estatura mediana llamada Silvia, pero sin ninguna relevancia especial.

- Pues yo quiero casarme con un señor otoñal que tuviese mucha pasta, para que me lleve en bandeja, porque los jóvenes...¡Bah! No tienen tiempo para haber ahorrado suficiente dinero, y sólo te invitan a un triste bocadillo de chorizo - dijo Cristina con una sonrisa significativa-. ¿Y tú qué Felix? ¿Eres un buen partido? jajaja - se mofó de aquel romántico sujeto.

- ¡Pero oye, chica! Un viejo no te puede dar lo mismo que un joven. No se le levanta - apostilló Silvia.

- Bueno. Pero yo ya sabría cuidarlo - respondió Cristina con convicción.

Cuando terminó aquella maldita excursión todos regresaron a su vida rutinaria. Sin embargo al poco tiempo Cristina, la doble de Julia Otero se quedó sin amigas porque todas tenían ya a sus respectivas parejas menos ella, ya que no había conseguido seducir a ningún señor otoñal adinerado. Así que temiendo su estado de soledad y para no ser menos que las demás, gracias a la dirección del domicilio de Félix que le facilitó el excursionista Juan,ella se presentó un día en dicho lugar,y le dijo a éste:

- Oye. Ya sé que en la excursión estuve desagradable. Y te pido que me disculpes.

- Ya - respondió Félix lacónicamente.

- ... Sé que yo te gustaba. Aún te gusto ¿no?

Félix hizo una mueca de esceptismo. Se había olvidado de Julia Otero.

- ¿Qué tal si salimos juntos a ver què pasa?- dijo ella con una sonrisa.

- ¿Qué ocurre? ¿No has encontrado al señor mayor con pasta que te pague los caprichos, y no tienes con quien salir?- respondió él con sarcasmo-. Pues lo siento nena. Conmigo no cuentes. No me gustan las mujeres antipáticas como lo fuiste tú en aquella excursión.

Cristina dio media vuelta y salió del piso de Félix totalmente avergonzada y con las lágrimas en los ojos.

En una nueva ocasión en la que Félix salió con el grupo  de excursión al Montseny - otra magnífica montaña de la región- se encontró de nuevo con aquella joven morena y sin ninguna relevancia en especial llamada Silvia. En un principio Félix no se fijó en ella, pero la muchacha durante la larga caminata en medio de la Naturaleza se mostró sumamente amable con él, y sobre todo supo interesarse sinceramente tanto por su vida como por su trabajo; razón por la cual el joven Félix poco a poco empezó a sentirse cómodo con ella, hasta que llegaron a ser una estable pareja.

Y es que en muchos casos, uno no se compromete con la persona soñada, sino con quien puede.

 

 

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