Respiro y sonrio satisfecha I

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Parpadeo, al principio todo era oscuridad, y al abrirlos, soy consciente de que existo, no solo existe la oscuridad, también existe la luz, y en ella, me descubro en una cama que me es familiar. Respiro, me encuentro segura, me sé querida, y, aunque, algo aletargada, soy consciente de mi despertar, y, poco a poco, me centro en mis sensaciones, mientras me pregunto a mi misma que ha pasado y donde estoy. Me doy cuenta de que el pasado no importa, el futuro no existe y todo lo que es real es el presente. Respiro y sonrío satisfecha.

 

Poco a poco, re-conecto conmigo, descubro que tengo un cuerpo y sensaciones y me centro en ellas. Empiezo por el tacto, me centro en el contacto, de mis manos y mis dedos, y descubro que puedo moverme ligeramente y siento una sábana debajo de mi cuerpo. Sigo escaneando mi cuerpo, siento el calor de la habitación en mi piel y mis poros se abren dejando salir el sudor. Respiro y sonrío satisfecha.

 

Sigo respirando y descubro que tengo boca y la entreabro para respirar mejor, el aire entra y sale y al salir, algo de vapor, mi propia humedad, sale de mi cuerpo y aire fresco entra, y con él, olor a primavera y a polen me llegan, lo disfruto. Me estoy despertando, mi cuerpo y mis sentidos están algo mas despiertos, miro curiosa a mi alrededor. Mi respiración se agita, sonrío, y mientras me calmo, sonrío otra vez satisfecha.

 

La luz de la habitación pasa a un primer plano y, me centro en las pequeñas motas de polvo que brillan, parecen bailar ingrávidas, sostenidas en el aire. Las admiro, pensando que son pequeñas bailarinas que celebran la vida y que con su baile nos transmitien su amor a la vida. Respiro , y sonrío satisfecha.

 

Sigo respirando satisfecha y giro mi cabeza, recorriendo la habitación, hacia la izquierda, hacia el origen de la luz y descubro una ventana y la brisa juguetona que se cuela por entre las cortinas trayendo aire fresco y más luz. Me gusta lo que veo.

 

Respiro y sonrío satisfecha, sé que acabo de hacer el amor, estoy embriagada. Respiro, y me lleno de felicidad. Poco a poco recorro con la vista la habitación y dejo que mi curiosidad se expanda, desde la ventana, mis ojos recorren la estancia, todos los muebles son blancos. Mis ojos se deleitan con la sencillez del cuarto acogedor. Entonces oigo otra respiración, sigo girando mi cabeza hacia el origen del agradable sonido para descubrir a alguien a mi lado, le miro y en mi corazón, se que es mi igual, mi pareja, aquel que me complementa y una chispa de reconocimiento y conexión surge.

 

Respiro y sonrío satisfecha. Nos miramos y ese simple hecho hace que la chispa salte y mi mano la sigue, re-conecto con él, mi hombre perfecto de ojos verdes. Respiro y sonrío satisfecha, soy cada vez más y más consciente de nuestra conexión y de cómo mi energía fluye de mi cuerpo, al suyo y de vuelta. A la vez, soy consciente de cómo su energía fluye libremente por mi cuerpo y le vuelve, somos uno que antes se creyeron que eran dos.

 

Respiro y sonrío satisfecha, sabiendo que estamos completos. Una ligera película de sudor me cubre el cuerpo, es mi único vestido. Estoy satisfecha, sé que tengo todo lo que sueño, al alcance de mi mano. Y entonces, alargo mi brazo y extiendo mi mano para hacer lo que mi energía ya está haciendo, y le acaricio, mis yemas recorren su piel.

 

Respiro, y sonrío satisfecha, al acariciarle, nuestra conexión se hace más fuerte, al acariciarle le despierto a él también. Mis manos le recorren, todo mi cuerpo le acaricia y hasta mi pelo le cosquillea. Mi energía y la suya se combinan y entremezclan, en un baile infinito, juntos, nuestra energía se expande. Él me acaricia, mientras yo lo hago, mis manos recorren su piel, y el contacto nos despierta sensaciones de placer inmenso a ambos. Con cada caricia, somos cada vez más conscientes de la presencia del otro, de sus sensaciones y de las propias. Me doy cuenta de que no es importante si el cuerpo de abajo es el mío o el de él, me veo con sus ojos mientras le veo a él con los míos. Por un momento me siento desorientada, respiro y sonrío satisfecha. Somos uno, nuestra energía se combina, mientras nuestros cuerpos le siguen , como ya estamos unidos en el corazón.

 

Respiramos, y nos dejamos llevar por el momento, sonidos de placer salen de nuestras gargantas, y él me respira a mi, mientras yo le respiro a él. Yo me acaricio con su mano, mientras, él siente como su mano me acaricia. El placer es inmenso porque estamos el uno por el otro, todo lo que importa es el placer del otro, y para ello nos respiramos, yo sonrío satisfecha. Los segundos se hacen eternos, cada roce es perfecto y nos queremos y nos amamos. En ese momento el clímax llega, un estallido de placer nos inunda, el placer recorre nuestros cuerpos en un orgasmo conjunto, en un orgasmo que se expande, un orgasmo que nos expande. El placer se inicia en nuestros sexos y en oleadas nos recorre el cuerpo. Todas las células de nuestros cuerpos son recorridas por esas oleadas de placer, yo me sigo moviendo, un poco más, pido, y me centro en las oleadas que siguen recorriéndonos, me centro en las oleadas que me inundan, y dejo que esas oleadas le inunden a él también.

 

Respiro y sonrío satisfecha. En ese momento, soy algo más consciente de mi energía, estoy en mi, estoy en él, y, con mi presencia, lleno la habitación, entonces, me doy cuenta de que mi energía sale por la ventana, juguetona y curiosa, acariciando las cortinas. Mi energía sale por la ventana abierta y mi percepción con ella.

 

Respiro y sonrío satisfecha. Me rindo, a quien soy, a la realidad, me rindo al momento perfecto y mientras respiro, me veo a mi y a mi energía. Mi hombre y yo nos acoplamos, las palabras no son necesarias, ambos nos recostamos y miramos hacia la ventana, como el ser único que somos, miramos por la ventana y más allá. Por un momento, dudo, es solo mi energía o es la de ambos. Sonrío, ¿es que acaso importa? ¿Es que acaso nada importa? Lo único importante es que el amor es la clave, me recuerdo y sigo con la mirada el camino que nuestra energía ha seguido. Yo lidero, entiendo, y su energía me hace sentirme segura, y por lo tanto seguir expandiéndonos.

 

Respiro y sonrío satisfecha. Nuestra percepción descubre el mundo más allá de nuestros cuerpos y todavía más allá, fuera de la habitación, es un mundo nuevo, lleno de otros seres unos vibrando, unos más rápido y otros más despacio, todos ellos brillando con luz propia y nutriendo el universo mientras el universo nos nutre a todos.

 


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