Nos zafamos del encierro
de la vida que busca la eternidad
y somos imperecederos al fin,
de esta guisa, sin traumas, sin ataduras,
gracias al amor azulado
que nos profesamos.
Nos entendemos
con gratitud y bondad,
en pura armonía.
En paralelo, nos esforzamos mucho
para que todo funcione.
Nos salimos
de algunos aspectos poco nobles
que nos marchitaban
y nos habitamos con pasión.
Hay alegría.
Iremos mejorando
de los derrumbes de sentimientos
que no han aportado nada
hasta ahora.
Ya lo sabíamos,
pero costaba percibirlo de verdad.
Por fortuna podemos comprobar en adelante
lo que nos hace felices,
lo que merece la pena,
y, además, pelear pacíficamente por ello
como si el mundo se fuera a agotar.
Pasamos de las palabras
a los hechos,
y nos divertimos pensando
que todo el sentido del universo enamorado
nos acompaña
en una fórmula bendita de cariño.
Ya no hay horas.
Captamos que lo mejor
está por cuajar.
Sucederá lo que hemos decidido
escribir y realizar.
Estamos listos y gozosos
por la entrega y la voluntad
que fomentamos.
Habrá de todo, ¡más!
Juan Tomás Frutos.
Comentarios
COMENTAR
¿Te ha gustado?. Compártelo en las redes sociales