DESDE EL ASIENTO DE ATRAS

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DESDE EL ASIENTO DE ATRÁS

 

Me subo en el autobús que me ha de llevar a mi destino, un trayecto de apenas una hora de duración y me siento en la última fila, en la butaca central de las cinco que hay.

Delante de mí hay dos asientos pareados a ambos lados que están vacios menos uno que lo ocupa una chica, el de mi lado izquierdo, a la cual diviso perfectamente desde mi posición. Está ligeramente recostada, con sus rodillas inclinadas hacia arriba, en las que apoya unos apuntes, que, intuyo y por las fechas que nos encontramos, son los preparativos de algún examen inmediato.

Parece universitaria, rondará los veinte años.

En su mano derecha sostiene un teléfono móvil de alta gama, que maniobra con una celeridad extraordinaria. Está enviando un whatsapp que lo estoy viendo desde mi sitio sin querer. También atisbo la primera de las hojas de sus apuntes. Se le nota que quiere estudiar pero los runrunes de los mensajes se lo impiden. Los atiende al momento. Parece que han cesado, deja el móvil sobre el asiento contiguo que está libre y se dispone a estudiar. O eso parecía, porque alguna señal de su celular le indica que algo pasa. Lo enciende y yo sin queriendo veo que se mete en tuenti. Teclea, escribe, visita varios perfiles,le lleva un buen rato.

Lo apaga de nuevo. A estudiar. Pero no, lo enciende otra vez, ahora se coloca los auriculares y entra en una aplicación donde hay un gran repertorio de canciones. Parece que esta escogiendo entre ellas. Ha elegido una. Sale de ahí y entra en un chat, creo, esto no lo distingo muy bien. Solo sé que está tecleando a una velocidad asombrosa. Me da la sensación de que está atendiendo varias aplicaciones a la vez. Una virtuosa.

Sus apuntes siguen ahí. Son varias hojas y no ha leído ni la primera.

Otra vez lo aparta, treinta segundos de repaso y a por él. Ahora toca twitter. Los esquemas sobre sus rodillas. Se ve que quiere pero no puede. Una fuerza superior inalámbrica se lo impide. Abandona twitter y accede a myspace. Llevamos más de medio trayecto recorrido. Yo casi me he aprendido esa primera hoja. Ahora le toca el turno a la cámara incorporada. Saca una foto de los apuntes y se los envía a alguien.

Vuelve a dejar el teléfono, ahora sobre su rodilla izquierda – yo creo que apartarlo al asiento le parece un poco lejos – y se dispone a ojear el temario.

Ya queda poco trayecto pero parece que ahora va en serio.

De repente, una luz intermitente se enciende y una musiquilla animada comienza a sonar. Lo coge y, oh, sorpresa ¡Si también sirve para hablar !

 

     eusebio efe.

 

 

 

 

 

 

 


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