Gimnasio - La madre.

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No ha pasado más de mes y medio y la joven ya ha consumido su fondo de crédito, no se puede decir que no le haya dado un cuidado y mimo adecuado. Antes de marchar la última vez se me quedo mirando ya en la puerta y me dijo,

La próxima vez tendré que pagar ¿no?.

Debo decir, que entreví en su gesto y tono un claro descreimiento.

- Creo que hemos madurado lo suficiente, a partir de ahora el que proponga sólo requerirá la buena disposición del otro. Guay

Es su única respuesta y aceptación antes de marchar.

Una semana después su madre me sale al encuentro, esta con el guapo subido y lo sabe a tenor de sus palabras,

¿A mí cuando me toca?

No puede ser más lacónica y directa.

Hace tanto tiempo que espero una cosa así que se me sube el ánimo.

Lo digo acompañándolo con una sonrisa llena de picardía y ella me responde con otra, a la vez que me dice,

¿Cuánto me vas a cobrar? Me gusta este juego y quien requiere debe pagar. Cincuenta tú y si soy yo, cien. No es igualitaria, pero me interesa, acepto

Y a continuación me suelta,

¿Cuándo puedo?

Es manifiesto, que ninguna de las dos se anda con rodeos.

A ti te corresponde decidir cuando

Le digo y pienso que andamos los dos con ganas de montarla juntos y cuanto antes mejor.

¿Hoy podría ser?

Me sorprende tanta urgencia, pero la asumo. 

Por supuesto A las ocho entonces

Asiento tan sólo antes de verla marchar con decisión hacia su clase de cardio.

Como la impaciencia es mala y en circunstancias así aún más, tengo que distraerme para no estar dale que te dale con el tema.

Llega doce minutos tarde, se justifica con las dificultades para aparcar, la entiendo porque en esta zona no es nada fácil conseguirlo.

Esperaba que viniera más arreglada, lo hace casi sin pintar, con una falda amplia y una camisa ajustada, me lee en los ojos y me explica que es la única forma de no llamar la atención y es comprensible.

Le tengo preparado unas golosinas, pero no está para eso, para una copa de champán, sin embargo, sí. Nos sentamos en el sofá y le cuento anécdotas picaronas y se monda de la risa, está contenta. Voy cercándola y le gusta, mis historias son ya para mayores y a ella se le van abriendo los muslos. Cuando le pongo la mano en la rodilla le causa impresión, está preparada pero se le mueven cosas. Los besos son un buen prólogo y a ella le gustan y de que forma. Se abandona y me deja jugar. La mecha se le enciende rápida y me responde con ardor. Le abro la camisa y le cojo las tetas, las tiene pequeñas pero pretenciosas. Están duras como pelotas y responden de inmediato. Los pezones se le erizan y agrandan, piden giros de estímulo y se los doy con la presión justa para encenderla toda. Se le calienta la boca y sus besos son profundos… Me dicen que me necesita.

Sus ojos verdes se le tornan de agua por el deseo, me oprime el brazo en una señal inequívoca de que quiere pasar a la acción. Nos vamos a la cama y nos ayudamos a desvestirnos. Lo tenemos fácil y en seguida estamos abrazados desnudos. Tiene el cuerpo consistente y prieto. Le oprimo fuerte las nalgas y se entona. No dejo de acariciarla, me gusta su tacto y la respuesta que da a cada una de ellas. Le gusta retozar, sentirse objeto de deseo. Seguimos con los besos, le encanta que la enamore, pero aún nos falta confianza. Converso con ella, le digo lo mucho que va a disfrutar, que le voy a buscar todos sus agujeritos, eso le gusta. Se lo valoro todo, su cara, su cuerpo, le digo que me estoy encendiendo como una antorcha. Me busca el machote y lo encuentra decidido, lo acaricia largo, juega con él con sus dos manos. La voy posicionando mientras le busco con la mano por detrás y llego a su arito, ella se la mete en la boca y yo pongo parte de la yema del dedo dentro de su culito. Tiene unas nalgas poderosas, hambrienta de unos buenos azotes. Me hace una mamada impresionante, me sujeta los testículos con una mano y con la otra me la sujeta a la vez que juega con su lengua con diablura. La tengo como un salchichón y ella ya se relame de gusto. Se pone boca arriba y se abre como una almeja, tiene una raja enorme y rosada, pero su agujero es pequeño y me cuesta meterle el cabezón. Cuando lo consigo se le escapa un gemido largo de impresión. Después, ya no tengo palabras, le llego hasta el fondo y me lo agradece con términos amorosos. Ahora sí tiene la necesaria confianza y quiere perderse. 

Se corre fácil, le llegan en una sucesión y grita con todas sus ganas, me pone a reventar.

Le doy la vuelta y meto mi cabeza entre sus piernas, me encantan sus jugos y los labios gordezuelos de su coño. Me entrego con lujuria, la disfruto jugando con la lengua y haciéndole cabriolas en su botón enardecido. La hago saltar con un orgasmo que la descontrola y me baña con su orina a presión.  Se sorprende, se preocupa y me dice nerviosa que no quiere ponerlo todo perdido. La calmo diciéndole que está todo previsto. Luego, la pongo en posición de jaca y me recreo en su culo grande, tiene el arito delicioso y me dejo ir, le pongo el cabezón a punto y ella me facilita la entrada relajándose. Tiene facilidad por ahí y se la meto toda a la primera, después bailo samba dentro y ella me lleva el compás. Me encanta ver cómo entra y sale, estoy a cien en nada. La sujeto bien y le doy en barrena, hasta para ella es demasiado y grita descontrolada. Estoy a punto de correrme en dos ocasiones y me aguanto porque está demasiado rico para dejarlo ya. Al final, me puede la muy condenada, me pongo a darle como un pistón de tren antiguo y gritamos los dos de puro gusto. Después, ya calmados y en reposo, me reconoce que su culito le responde bien. Tiene suerte porque por delante al rato echa chispas y tienes que darle descanso. Su doble vía resulta deliciosa porque ofrece la oportunidad de desfogarte a tope.  Ya verla en posición es para enloquecer. Cuando al rato se marcha me dice que soy un peligro. Me quedo dándole vueltas a lo que habrá querido decir con eso. Mi vecina brasileña a debido oírla salir porque al poco viene a saludarme, la invito a champan y nos pasamos un buen rato bromeando. En cada ocasión sabe lo que conviene y cuándo nos abate el sueño se marcha con paso cansino y actitud de irse en paz con los dioses paganos a los que rinde culto. Qué bien se mueve esta mujer, me digo, mientras sigo el movimiento cadencioso y sensual de sus nalgas espléndidas. Ahora toca dormir y no hago más que echarme y…


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