EL COLOR DE LA VIDA 2
Por franciscomiralles
Enviado el 16/10/2020, clasificado en Ciencia ficción
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Dos días después de haber recibido la mala noticia del fallecimiento de aquel cliente Eduardo se personó en la consulta del oftálmologo que era un hombre calvo y de mediana edad, el cual tras examinarlo detenidamene le preguntó:
- ¿Y dice usted que cuando estaba con su pareja de la visión del rojo se pasó al verde cuando se produjo un cambio de situación?
- Sí, así es - respondió el paciente.
- Verá esos son los colores que precisamente no ditinguen los daltónicos. Y aunque no es cosa grave, sí que es genética. ¿Sabe de algún pariente que padezca este defecto?
El consultante negó con la cabeza.
- Pero yo soy pintor. Tal vez los colores de mis obras hayan influido en mi mente, pero no sé por qué. - apuntó Eduado.
- Puede ser. Las aves y los topos no ven más que los colores apagados como el gris y el marrón. Los conos o bastones de las retinas registran diferentes radiaciones de colores. Pero en el caso de los daltónicos, los conos no perciben más que las radiaciones de gran longitud de onda, y las fibras confunden un color por otro - explicó el facultativo- No obstante lo que le ourre a usted, es precisamene a la inversa de lo que sufre un daltónico, ya que para usted dichos colores lo empañan todo; son una referencia. Si hay quien sufre una carencia, también parece ser que haya alguien que esté aquejado por lo contrario. Y si es pintor como dice, los colores con los que usted está familiarizado tengan un significado especial. En este caso debería de visitar a un psiquiatra.
Eduardo salió de la consulta bastante preoupado porque era evidente que el oftalmólogo no había sabido darle ninguna solución. Al llegar a su apartamento lo llamó por teléfono Pilar para ineteresarse por su...¿enfermedad? Y de paso lo invitó aquel domingo a almorzar en la casa de sus padres.
Eduardo todavía no conocía a la familia de Pilar. Y no le parecía que era el momento oportuno para confraterniza con sus prientes debido a que su relación con ella dejaba mucho que desear. No estaba lo suficientemente madura.
- No sé si esto de momento es buena idea - le dijo él.
- ¿Por qué? - inquirió Pilar un poco a la defensiva.
- No me siento de humor.
- Anda, ven y no seas tonto.
Eduardo que en algunas ocasiones le costaba ser más resolutivo en sus decisiones aceptó la invitación y aquel domingo fue en compañía de Pilar al domiciio de sus padres.
Ellos vivían en el tradicional barrio de Gracia, en un piso antiguo pero muy bien conservado. En él Eduardo conoció a sus padres y hermanos, así como también a sus tíos y primos. Aquello más que ser una familia como los demás daba la impresión de ser más bien un clan, cuyo jefe indiscutible era el progenitor de Pilar, que era un hombre de cabello blanco.
El almuerzo transcurrió en medio de una conversación no muy explícita sobre los negocios del grupo. A mitad del almuerzo el patriarca dirigiéndose a Eduardo le dijo sin rodeos.
- Mira Eduardo. Si quieres hacer feliz a mi hija Pilar, debes de ser más emprendedor y buscarte algo que sea más rentable que un simple Estanco.
- Oh, como eres papá... - reprochó Pilar sin ninguna convicción al dueño de la casa; pues se notaba que estaba muy de acuerdo con él.
Eduardo se enervó en el asieto. Era evidente que Pilar se había quejado a sus padres de la profesión de Eduardo y ahora éstos le echaban en cara su falta de ambición. Aquel almuerzo había sido una trampa.
- Yo estoy bien con mi trabajo, y no me gusta que nadie me diga lo que tengo que hacer - respondió él con firmeza.
Los comensales dejaron de prestar atención al novio de Pilar y sigueron dándole vueltas de un modo críptico, misterioso a los beneficios de la empresa familiar. ¿A qué diablos se dedicaba realmente aquella familia? - pensó Eduardo.
El pintor se sentía presionado, cuando de pronto vio que la estancia quedaba bañada por un halo azul oscuro. Si en el hogar mientras él estaba abrazado a Pilar vio que todo estaba envuelto en el color rojo que era el símbolo del erotismo, para luego pasar al verde que era el símbolo de la esperanza tan pronto como se le dijo que lo que le sucedía no podía ser nada gave, ahora dicho color azul oscuro era el matiz de la sordidez ambiental. Pero enseguida aquel color se transformó en un feo marrón que era el símbolo del materialismo más radical
Ciertamente, la pintura que Eduardo utilizaba para sus cuadros le servía de guía para reflejar sin disimulo los ambientes, y el estado de ánimo de los demás.
Lo que el pintor no se había llegado a imaginar era que pocos días después de aquel almuerzo una gran pare de la familia de Pilar había sido detenida por la Policiá por traficar con heroína. De ahí venía el misterio de los beneficios de aquel grupo.
Pilar desapareció de la vida del sensible Eduardo como por arte de magia.
- Todo indica que lo que a usted le ocurre es una hipersensibilización del nervio visual en relación con una neurona del cerebro, que es capaz de esimularle la percepción de los colores. Y como es una cosa que igual como viene se va, es posible que de aquí a un tiempo vuelva usted a la normalidad- le dijo posteriormente el oftalmólogo a Eduardo cuando de nuevo lo volvió a visitar.
Entonces Eduardo Costa, a tenor de aquella rara facultad pensó que ciegos vamos las personas en las relaciones humanas,llevados por las rutilantes apariencias de las cosas.
Y siguió dedicándose al Arte con más amor que nunca.
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