No olvidaré aquel verano. El sudor me corría por la cara como río vivo y me entraba a los ojos provocando un incómodo ardor. El ventilador frente a mí no daba aire fresco, parecía un dragón que escupía fuego sin piedad. Tenía unos 16 años, pensaba con angustia que a lo mejor este no sería el único calor intenso que sentiría en la vida, seguro vendrían veranos más hostiles.
A mis 20, hasta la primavera es hostil.
Lo que solía traerme alegría, hoy no me provoca nada; lo que me hacía medianamente feliz ya hasta lo he olvidado. Supongo que estoy en un ciclo dónde, sin quererlo, busco cosas nuevas para generar placer, alegría o felicidad. Era más feliz cuando no me cuestionaba estas cosas.
A veces sonrío honestamente. Cuando menos lo acuerdo, me atrapo sonriendo al paisaje, a un mensaje... a mi propio reflejo.
Dentro de un año leeré este escrito, evaluaré los cambios en mi vida y espero, por fin, tener motivos concretos para sonreír.
Sara del futuro, de verdad deseo que nuestra vida sea mejor de lo que es ahora.
Comentarios
COMENTAR
¿Te ha gustado?. Compártelo en las redes sociales