Si no te quieres quedar, no te voy a detener. La vida me ha enseñado lo suficiente y sé que tratar de hacer que te quedes es egoísta y, por demás, inútil. Así que mientras tomas tu ropa del suelo y te vistes, yo estaré limando mis uñas y probablemente cantando alguna canción, totalmente enajenada a tus acciones. Vas a decirme adiós y yo sólo moveré la cabeza haciéndome la que te escuchó.
Cuando tus pasos sean inaudibles, entonces lloraré. Voy a llorar porque tengo una lucha interna, pues parte de mí no quiere que te vayas, pero por otro lado sé que retenerte me hará más miserable.
Voy a revolcarme en la cama hasta que me envíes un texto avisándome que estás bien, y voy a maldecir porque si por mí fuera, mejor no vuelvo a saber de ti nunca. Pero estás tan presente como ausente, y yo ya no quiero eso en mi vida. Nunca más.
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