Cambio de hora

Al despertarse pronto algunos de los miembros del gobierno de coalición por tener cargas familiares muy recientes, horas que la mayoría de políticos no llegan a ver en jornadas laborales, han podido comprobar que apenas una semana después de cambiar la hora la noche sigue ganando terreno al día. Para corroborarlo han querido contrastarlo con un ciudadano, bueno, el ciudadano, Albert Rivera, que les ha contestado que él no cambia pañales de madrugada.

En su vocación de encontrar el bien común en todo momento se han planteado a quién beneficia que la salida y la puesta de sol sea una hora antes si al final, hasta el invierno, la noche acaba apretando tanto el alba y el ocaso.  

Tras compartir la preocupación y ponerla en manos de un comité de expertos han llegado a una solución razonablemente marxista:

Todos los días se cambiará de madrugada, a las 3 serán las 2, sin haber llegado a un consenso claro, comité de expertos mediante, de si esto es adelantar o retrasar, ya que se adelanta la hora solar, pero la aguja de los relojes retrocede. Así el ciudadano tendrá una hora más de descanso nocturno.

Para poder hacer esto todos los días se debe recuperar el exceso de horas, de tal modo que a las 13 serán las 14. Se ha determinado esta hora para que beneficie a la mayoría de turnos de trabajo. Consiguiendo así robarle una hora a la jornada laboral y “actualizar” al fin la centenaria de 40 horas semanales.

Previendo la respuesta de la oposición a estas medidas han decidido que de llegar a aplicarse deberían ser puestas en conocimiento de la población vía comparecencia de Fernando Simón y Sergio Ramos, generando el máximo desconcierto posible y buscando que para cuando haya movimientos contra las mismas alegando que por muy bueno que sea para absolutamente todos no tiene beneficios tangibles para los empresarios, la gente ya las haya interiorizado en sus ritmos circadianos.

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