Capítulo 4. Un saco de comida.
Mi nombre es Alder. Con mi señora, Hellim, tuvimos un hijo hace unos pocos días. Normalmente esto sería motivo suficiente de alegría y celebración, pero mi estado de ánimo este tiempo no ha sido realmente el mejor.
Para comenzar, nuestro bebé, es un niño extraño. Por medio de un suceso mágico, fue adelantado el parto en unos 6 meses, acelerando el crecimiento del bebé en cosa de minutos hasta que finalmente pude ayudar en el nacimiento de mi hijo. Estábamos preparados para tener el hijo en casa, pero no con tanta antelación. ¿Qué le diré ahora a mis padres? No sabría ni cómo empezar a contarles esta extraña historia.
Pero todo lo anterior no es lo que realmente me tiene afectado, sino que es el anómalo desarrollo que ha tenido desde su primera semana de vida. Hellim me cuenta cómo el bebé amamanta, succionando tanta leche que solo queda suero en cada mama, ni una pizca de blanca leche. Ella no quiere demostrar su agotamiento, por lo que come más de lo normal y descansa para poder reponer el alimento del bebé. Esta conducta es lo único que nos permite explicar cómo ha crecido tanto en una semana, logrando el porte de un niño de un año. Si no fuese su padre, sentiría algo de miedo… no es que lo sienta, claro…
Cuando al fin siento que puedo dejar a Hellim sola con el bebé/niño me preparo para salir por primera vez en una larga semana. Ya se está acabando la comida y debo cumplir mis tareas laborales. Tomo mis herramientas, guardo raciones de viaje en mi mochila y me preocupo de tener las orejas bien arregladas. Seremos elfos pobres, pero jamás indignos.
Tras unas horas de caminata lenta, el paisaje de altos árboles y hongos multicolores se desvaneció, mostrando una gran parcela de tierra segmentada, organizada y trabajada para la producción de alimentos. “¡Hola Alder!, un gusto tenerte de regreso” me dice un colega con una sonrisa mientras me hace gestos a la distancia. Otros trabajadores del lugar me reconocen y envían sus saludos, se respira bastante amabilidad. Antes de comenzar mi trabajo en el campo, me dirijo a la oficina del supervisor general para dar cuenta de mi llegada.
“Señor Alder, bienvenido de vuelta al trabajo, ¿Hellim se encuentra mejor de su embarazo?”
El supervisor Rigulos, encargado de la producción de alimentos de toda la zona norte, estaba al tanto de mi situación particular, por lo que no pude ocultarle los últimos sucesos. Tras explicarle la visita del sacerdote de Thij-Lhb y el parto acelerado, pude notar su sorpresa e interés en todos los sucesos extraños que sucedieron. Una vez que intenté cortar la conversación para iniciar mis labores…
“No estarás planeando trabajar hoy, ¿verdad? ¿y dejar a Hellim sola con el bebé recién nacido?... No seas así Alder, en tu casa debió acabarse la ración de alimentos por el aumento de apetito de tu señora, ¿estoy en lo cierto?” Le miro con algo de vergüenza y asiento con la cabeza en silencio. Luego de eso, se acerca un comunicador conectado en su muñeca y da instrucciones específicas al personal. Unos minutos después, uno de los trabajadores entra a la oficina con dos sacos llenos de alimentos y provisiones.
“¿Seguro está bien con eso señor Rigulos?” Mi pregunta fue respondida con una carcajada del jefe, quien se levantó de su asiento, se acercó a mí y me palmeó la espalda con afecto. “Alder, espero que no hayas olvidado el deber de un padre elfo, estar con la familia.” Lo último me fue dicho con algo de seriedad, haciendo énfasis en mi deber al tener un hijo recién nacido. Aunque las circunstancias fueron extrañas, es verdad que ahora soy un padre y como tal debo considerar mis nuevas responsabilidades.
Tras aceptar las buenas intenciones del supervisor, me deshice en disculpas y agradecimientos antes de tomar los dos sacos de raciones y volver a paso lento a mi hogar. No esperaba regresar tan pronto, de alguna manera deseaba cumplir mi semana completa de trabajo en el campo antes de volver a casa. Los pasos fueron cada vez más lentos y pesados, hasta que la noche se puso en el cielo y me detuve por completo para tomar un descanso.
Ah… me siento cansado solo de pensar en volver a casa. Pensándolo bien, no estoy seguro de querer ser padre, esto fue tan repentino y no me permitió prepararme en ningún sentido. Ahora tendré que dedicarme a la crianza, estar en casa todo el día y compartir con Hellim y el bebé extraño… ¿el bebé extraño? ¿tal vez siquiera me dan ganas de llamarlo por su nombre? Mirando mi casa a lo lejos, pude ver una tenue vela encendida dentro de ella.
“Debe ser mi esposa, amamantando a ese monstruo.”
Esa noche un solo saco de comida fue dejado en la puerta de la casa de Hellim. Del segundo saco y su dueño, no se volvió a saber nada en mucho tiempo.
Comentarios
COMENTAR
¿Te ha gustado?. Compártelo en las redes sociales