La hermosa tetona parte I

Por
Enviado el , clasificado en Adultos / eróticos
12816 visitas

Marcar como relato favorito

Fui asignado al hospital de un pequeño pueblo indígena a la orilla de un rio, yo en mis 30, 180cm, 78 kg, un cuerpo poco atlético, más bien flaco, esa semana todo transcurrió normal, la adaptación al clima caluroso y al nuevo entorno, en las consultas de esa semana asistió un paciente de 60 años con su hija acompañándolo, ella podía tener unos 25 años, no era despampanante pero resaltaba entre la población indígena de la zona, medía alrededor de 170 cm, piel muy blanca, cabello castaño claro que le llegaba a la cintura, una carita y gestos tiernos, pero lo que más resaltaba eran sus tetas, no sé de tallas, pero podía estar en un 36 copa "c" , llevaba una blusa con escote que dejaba ver el canalillo entre ellas y quizá por el frio del consultorio se le marcaban unos pezones desafiantes a través de la tela, hubo miradas cómplices, la consulta terminó, por lo pequeño del pueblo supuse que la volvería a ver así que preferí ser discreto en esa ocasión.

Ese fin de semana los nuevos compañeros me invitaron a una de las 2 discotecas que existían en la zona, el hospital me había asignado una moto para mi desplazamiento, por lo que fui en ella, esa sería la excusa para no tomar alcohol, al llegar, para mi sorpresa allí estaba ella, con un vestido que llegaba un poco arriba de la rodilla, sin mangas, de esos que se sostienen en los senos y vaya que lo sostenían esas grandes tetas, cuando me vio, hizo un gesto de saludo y seguimos cada quien con sus grupos; en estos pueblos el servicio de energía es hasta la medianoche, por lo que a esa hora todo queda en oscuridad, poco antes de esa hora pusieron la hora loca, un momento en el que el DJ pone todo tipo de música bailable y todos salen a la pista a bailar entre todos, en un momento quedamos los dos juntos, el cual aproveche para hablarle, hasta que nos tocó cambiar de pareja, pero ya había quedado pendiente una conversación.

Llego la hora del cierre de la disco, todo el pueblo a oscuras, los grupos organizando donde seguir la rumba, pero yo, al conocer poca gente decidí irme a dormir, subí a la moto cuando sentí que alguien me toma del brazo y al voltear la veo a ella, con sus mejillas rojas, me imagino que por el alcohol y el calor sofocante que hacía, con su ternura me dice:

- ¿Por qué te vas? – preguntó.

- Veo que ya terminó la rumba.

- Mi grupo va a ir a la orilla del rio, ¿quieres acompañarnos?

- Pero no conozco a nadie, quizá les incomode mi presencia.

- Me conoces a mí - respondió ella.

- Jajaja pero no se ni tu nombre.

-jajajajaja, es cierto, soy Jesica y ya sé que te llamas Mauricio, así que ya nos conocemos, ven que estarás conmigo.

Al decirlo se subió a la moto y me rodeo con sus brazos, salimos hacia donde se dirigían las otras motos y carros, llegamos a la orilla del rio, un lugar iluminado por la luna, con una playa donde ya se divisaban otros grupos tomando y escuchando música desde los carros, nos sentamos y ella sujetó mi mano, se hizo una ronda con todo el grupo, pasaban los tragos, salían a bailar, cada quien con su pareja metido en lo suyo, en eso ella me dice:

- ¿De verdad te ibas a ir sin despedirte?

Me tomó por sorpresa, pero pude responder

- Ehhhh, es que te vi con tus amigos y no quise interrumpir.

- ¿O querías que yo fuera quien me despidiera?

Reímos los dos, otra vez ronda de tragos, se levanta y me dice:

- Ven, vamos a bailar, no quiero que me coja el trago.

Nos levantamos, puso sus brazos alrededor de mi cuello, al ser yo más alto, sus grandes tetas se aplastaron sobre mi pecho y su cabeza en mi cuello, rodee su cintura con mis brazos y continuamos con el baile en esa posición, estuvimos hablando de cosas triviales, y al rato me dice:

- Quiero descansar los pies, alejémonos para dejar de tomar un momento porque ya me siento mareada.

Así que nos alejamos a un lugar donde unas piedras formaban unas camas naturales y donde se veían las siluetas de otras parejas separadas entre si, así que nos sentamos guardando la distancia de ellas, me siguió diciendo que sus pies le dolían, así que le dije:

- Si quieres te hago un masaje para que te sientas mejor.

Sin responder se giró y montó su pie sobre mí, así que solté la tirilla de su sandalia, sacudí la arena que tenía en sus pies y comencé a masajear, su pierna quedo un poco flexionada por lo que su vestido se deslizo, hasta dejar ver su panty que se alcanzaba a ver de color blanco bajo la luz de la luna.

Continuamos hablando cosas sin importancia mientras pasé de acariciar su pie, a la pantorrilla hasta llegar a su muslo, luego en un momento pegó un brinco y se sentó sobre mí a horcajadas, agarro mi cara entre sus manos y me beso, lo que empezó como un beso suave se fue transformando en un apasionado beso de lengua y gemidos entrecortados, su pelvis empezó a reaccionar iniciando movimientos sobre mi pene el cual ya se encontraba más que erecto, mis manos se aventuraron de acariciar su espalda, apretar sus nalgas bajo el vestido, ayudándola en el movimiento de vaivén que me tenía con una erección a punto de atravesar el pantalón.

Luego se inclinó aún más sobre mí, empezando a besar mi cuello, mis manos quedaron a la altura de sus tetas, por lo que en mi calentura me arriesgue a bajar el elástico que soportaba su vestido y dejar sus enormes tetas al descubierto bajo un sostén que también quedo envuelto en su cintura, la separe un momento, quería apreciar esas enormes tetas, que se apreciaban blancas, con un pequeño pezón terminado en un pico pequeño que apuntaban hacia mí, pude ver su cara de excitación y aprobación por lo que me lance a pasar mi lengua por sus tetas dando pequeños mordiscos que la hacían lanzar gemidos que me prendían aún más.

Mis manos apoderadas de sus nalgas, aventuraron mis dedos dentro de su tanga, llegando a la raya que separa sus nalgas, la cual empecé a recorrer de arriba abajo intentando llegar a su húmeda vagina, en un momento me separa de sus tetas, me mira a los ojos mordiéndose el labio y poniéndose como una gata a punto de cazar, comienza a bajar, desabrochando mi pantalón con una mano y liberando mi aprisionado pene que agradeció su rescate, se lo quedó mirando agarrándolo por la base y comenzando un movimiento lento de sube y baja mientras me miraba con su cara transformada en lascivia, sin dejar de mirarme pasó su lengua por la punta saboreando mis jugos que ya empezaban a lubricar, repentinamente lo volvió a guardar, me abrocho el pantalón, acomodo su vestido y dándome un beso me dijo:

-Ven, vamos a un lugar más íntimo.

¿CONTINUARA?...


¿Te ha gustado?. Compártelo en las redes sociales

Denunciar relato

Comentarios

COMENTAR

(No se hará publico)
Seguridad:
Indica el resultado correcto

Por favor, se respetuoso con tus comentarios, no insultes ni agravies.

Buscador

ElevoPress - Servicio de mantenimiento WordPress Zapatos para bebés, niños y niñas con grandes descuentos

Síguenos en:

Facebook Twitter RSS feed