¡Reencarné en un elfo! Cap. 7.2

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Capítulo 7.2 Evaluación avanzada.

 

“Ya basta de estas mediciones arcaicas. Obtengan la muestra genética.” La gran mujer envolvió sus manos en unos guantes ajustados de seda blanca, por otra parte, una asistente se apresuró a poner sus dedos en mi cabeza… “¡Wuuuaaaaaahhhh!” en un ágil movimiento me arrancó, despiadadamente, uno de mis escasos y hermosos cabellos. “¿Lo ven? ¿Acaso un niño grande lloraría de esa manera? Es solamente un bebé con metabolismo rápido.”

 

Otra vez ese vergonzoso grito. Me juro a mi mismo que nunca me volverá a pasar.

 

Con el tesoro de mi cabello en sus manos, la gran señora lo inserta en un cubo flotante, sin mayor decoración que un orificio de donde se proyectaba una luz. “Te ordeno examinar este tejido vivo y darme a conocer el mapa de creación de este noble ser.” Tras esas palabras, tomó un pergamino sin desenrollar y lo acercó a la luz del cubo. En menos de un minuto, lo retiró y comenzó a leerlo como si algo hubiera sido grabado en él. Cada vez que iba expandiendo el pergamino su cara mostraba diferentes expresiones y palabras que no alcanzaba a escuchar.

 

“Interesante… muy interesante bebé…” Me miró con ojos intensos, como si quisiera meterse en mi mente y desnudar cada uno de mis secretos. Y yo, sin poder defenderme ni tener la capacidad de proteger la privacidad de mis datos ¡Si hasta tiene mi maldito ADN! Definitivamente ser bebé es lo peor. “Atención, tengo altas expectativas de su potencial mágico, creo que se nos viene una grata sorpresa que hará subir en varios puntos la evaluación que todos tenemos de él. Dado que requerirá toda nuestra atención medir su nivel de aura, su elemento de afinidad mágica y su potencial de crecimiento total, posterguemos eso para el final. Rápido, hagamos el vínculo transitorio, cualquiera de las deidades del norte debería ser suficiente, Lu Wuyan, Milosbri o Jh-Mtfá, da igual.”

 

¿Escuché bien? ¿Tengo potencial mágico? ¿¿¡¡ACASO PUEDO APRENDER A HACER MAGIA!!?? ¡Si! ¡Gracias! ¡Dios escuchó mis plegarias antes de morir! ¡Aleluya Amén! 

 

Estoy absorto en mis pensamientos mágicos, mi futuro como un hermoso caballero místico, salvando a los más necesitados y a quien requiera un héroe de fantasía para resolver sus problemas. Yo pensaba que simplemente sería un conejo obrero toda la vida, por lo que la dicha me invade y me llena de un eterno gozo. Sin darme cuenta, vuelvo a ser tomado en brazos y me llevan al lado opuesto de la gran sala iluminada, depositándome en el suelo de madera. Al frente de mí, se entraba una muralla blanca con decenas de placas con nombres que no puedo leer. Cada una tenía una pequeña vela de diferente color, apagadas e intactas, como si nunca se hubieran encendido antes.

 

“Todos saben lo que deben hacer. Yo recitaré la petición de vínculo y ustedes entregarán las ofrendas correspondientes para la deidad que responda a nuestra llamada, sin demora. ¿Quedó claro?” Todos asienten en silencio, menos una ayudante que levanta nerviosamente su mano. 

 

“Señora Anhuar, yo… yo nunca he visto este proceso, solo sé lo que leí en el tomo uno de su método de crianza… pero hay algo que no está en el manual… ¿qué sucede si dos velas se encienden a la vez? ¿cómo discriminamos a qué deidad le corresponde el vínculo y la ofrenda?” 

 

La mujer grande la mira con desprecio unos segundos antes de responder. “Si no sale en el manual, no existe, no subestimes mis siglos de estudios.”

 

Sin dar más importancia a la pregunta de la asistente, la gran mujer comienza a extender los brazos hacia el cielo y, con los ojos cerrados, recita un cántico que no está en ningún idioma que haya escuchado hasta este momento. Sonaba como algo etéreo, como si generara ecos apagados bajo el agua, al mismo tiempo daba una sensación pura y de algo superior, algo divino… Cuando terminó de recitar la plegaria, todos guardaron un silencio absoluto. Esto me puso nervioso por primera vez. ¿Realmente existen esas deidades? Miré con miedo las placas y las velas apagadas frente a mí durante otros segundos, eran demasiadas para contarlas todas… cuarenta… cincuenta… sesenta…

 

Fiuuuuuuuuuuuuuuuuuuuummmmmmmmmm

 

Con un fuerte viento que sacudió la habitación, todas las velas se encendieron a la vez, con tanta intensidad que la cera se derritió por completo y, aun así, el fuego siguió ardiendo con todos los colores que uno puede imaginar ver en la vida. Creo que algo no salió bien.

 

“¡Yo no fui!”


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